La historia de mi vida... Para quien desee leerla.

Noidentity

Usuario poco activo
Mi nombre es Lucía, tengo 35 años y hace unos días recibí el diagnóstico de TLP... Toda la vida he sentido el vacío crónico aquel del que hablan los libros, soy negativa, fatalista, y todo lo que suene a actitud mental positiva me choca terriblemente (¿porque a ellos les sirve y a mí no?), siento que la vida no vale nada, que sería mejor acostarme y ya no despertarme más... Si creyera que existe un Dios, sería lo único que le pediría, de hecho eso es lo que me acuesto pensando la mayoría de las noches.
Nunca me he cortado o mutilado a propósito aunque ganas no me han faltado sobre todo de arrancarme el cabello, ni te tenido ningún intento de suicidio aunque lo he pensado cientos de miles de veces, es el miedo a fallar y quedar por ahí más inútil de lo que ya soy si no lo hago correctamente lo que me detiene, incluso le he pedido a mis amigos médicos que me den la eutanasia, y a otro que es militar que me dé un tiro. Todos se han negado. No fumo, consumo alcohol muy ocasionalmente y he probado la marihuana dos veces, sin efecto alguno.

Llevo cargando este lastre desde que tengo 14 años, aunque estaba disfrazado de depresión, empecé con un temor absoluto al fin del mundo, ya que se acercaba 1999 y existían miles de conjeturas al respecto, no dormía, vivía esperando que se cumplieran las profecías, expectante, aterrorizada, consultaba con religisosos, con testigos de Jehová, con evangélicos, y así llenaba mi cabeza de más y más información y más miedo. De mi familia sólo lo supo mi hermana menor y pues nada podía hacer. Yo asistí a la consulta psicológica del colegio y este dizque psicólogo me dijo que yo tenía depresión, que eso se quitaba con pensar positivo y que no me preocupara por el fin del mundo, que eso no iba a pasar porque Dios no existe. Así fueron muchas consultas con este señor, hasta que llegó el último grado de bachillerato, y yo no cabía en mí de la ansiedad que sentía por certificarme en contabilidad por una entidad estatal llamada SENA, y sacar un puntaje en el examen del ICFES (que son las pruebas de Estado) el resultado final de tanta presión, yo era el típico ratón de biblioteca que no se relacionaba con nadie aparte de una amiga igual de desequilibrada que yo y los libros, pensaba que se esperaba mucho de mí, pero ya para entonces iba perdiendo casi once materias y mi familia ni se dio por enterada. Lo asumí sola y frenéticamente presenté habilitaciones hasta que pasé el año, logré certificarme en el SENA y tuve un puntaje promedio en el ICFES.

Siempre he sido miedosa, pero cuando salí de bachillerato conocí lo que quería hacer durante mi vida: oficial del Ejército. Me gustaba mucho la idea de poder tener estabilidad económica y una posible pensión para el futuro además de que ese estilo de vida me agradaba, además de que era muy activa físicamente: practicaba Taekwon Do y ciclismo además de estar prestando servicio como personal femenino en un batallón de la ciudad. Yo estaba muy feliz porque inculso conocí el amor en el batallón, aunque él tenía novia, yo tenía la seguridad casi absoluta de que iba a dejarla por mí, porque me amaba. Todo terminó cuando tuve una fractura de rodilla en un combate y no me la hice revisar: el único requisito para entrar al Ejército es básicamente ser saludable. Yo usaba rodilleras, fajas, y trataba de seguir así, pero eventualmente me dí cuenta que lo único que podía hacer era operarme. Casi al mismo tiempo conocí a un tipo con el cual me involucré cuando la persona a la que amaba se decidió por su novia de toda la vida, haciéndola su esposa. De esa relación quedó un embarazo, que perdí a los cinco meses de gestación. Luego de operada y de la pérdida tuve otra crisis de la llamada depresión, yo seguía visitando al psicólogo del colegio a pesar de que ya me habiá graduado y él me convenció de que no buscara ayuda médica, ya que lo mío era una simple depresión, me regaló un librito de autoayuda, me dijo lo terribles que eran los medicamentos psiquiátricos y que lo único que necesitaba atención médica eran la esquizofrenia. Así pasaban los días yo, sumida en la desesperanza, pero a pesar de eso conseguí un empleo en la Secretaría de Tránsito, digitando los trámites de los vehículos de la ciudad. Recuerdo que mi rutina era más o menos esta: Llegaba a la empresa, me encerraba a llorar cada vez que podía y seguía tratanto de hacer mi trabajo. Bajé muchísimo de peso y casi no dormía. Mi madre al verme así dijo que me iba a internar en una clínica, yo le supliqué de rodillas que no lo hiciera.

De los recuerdos más vívidos de esa época y de los rasgos que más me caracterizan es ir por ahí prestándole atención a las personas, cómo vivían, cómo se desenvolvían social y familiarmente a ver si yo podía imitarlos en algo, como si alguno de ellos tuviera la receta para llevar la vida con tranquilidad, con paz, como sabiendo para dónde van... Jamás conseguí nada útil aparte de consejos parecidos a los de los libros de autoayuda, que por cierto fueron muchísimos los que leí, y siempre tenía que volver a mi casa, a rumiar mi dolor en mi cama. Así pasó más o menos un año hasta que esta vez “eso” remitió por sí solo: Así como llegó, así se fue.
Volví a ser la de antes, que si bien seguía sintiendo ese vacío, sin metas ni proyectos, era alegre, comelona y floja. Me gustaba la música, me gustaba el sexo (aunque ahí también tenía problemas), me gustaba estara viva así fuera en la superficie... Incluso entré al SENA para hacer una carrera tecnológica que ni siquiera me gustaba, pero por hallarme sin empleo ni perspectias inicié y terminé con muy buenas notas. Aunque hice la pasantía e intenté obtener empleo en donde la hice, no salí seleccionada y pues volví a mi casa.

La relación con mi papá fue muy mala siempre, él y mi mamá se encargaban del negocio familiar, una cafetería, y yo me quedaba arriba en mi habitación o a veces tenía empleos de carácter temporal, comía en exceso pero pues jamás me provocaba el vómito, eso sí, era consciente de que comía por ansiedad, por tratar de llenar el hueco en mi pecho... Hasta que en 2007 caí en la primera crisis que realmente me hizo sufrir.

Empecé con miedo a ser una psicópata, una violadora de niños, una maltratadora de animales, y venían a mi mente una cantidad inmensa de imágenes muy perturbadoras sobre prácticas como las señaladas anteriormente, haciéndole cosas a los niños, a los perros, empujando gente a la calle, bueno, cualquier cosa horrible que se puedan ustedes imaginar... Yo francamente pensé que estaba poseída o que era una enferma, así que empecé a buscar cualquier alternativa: sacerdotes, yerbateros, exorcismos, psicólogos... Hasta que me dí cuenta que tenía que ir a la consulta de un psiquiatra. Pasé por muchas consultas, hasta a un psiquiatra homeópata visité. Un día le dije a mi mamá lo mal que me estaba sintiendo y ella me dijo que me pagaba la consulta con la psiquiatra particular, la que atendía la demencia senil de mi abuela y pues ella al inicio dijo que yo era bipolar, y que me invitaba a participar en el programa de Hospital Día del Hospital de la Victoria en Bogotá. Allí me diagnosticaron Trastorno Obsesivo Compulsivo y Depresión. Fue la primera vez en mi vida que recibí medicamentos y ejercicios de terapia ocupacional, nada de psicoterapia. Yo no hacía más que llorar preguntándome qué hacía entre esas personas: esquizofrénicos, bipolares, ancianos con demencia... Yo llegaba a la terapia sin bañarme, con la misma ropa, todos los días de ocho de la mañana a doce del día. Hasta que empecé a mejorar, me quitaron el alprazolam y quedé con la sertralina, estaba delgada y me sentía feliz. Me dieron de alta y pues yo seguía en mi casa...

Tuve algunos trabajos y volví a engordar, incluso hasta volverme prediabética. Mi papá se fue de la casa por motivos de salud y yo quedé a cargo del negocio con mi mamá, estaba muy contenta, dedicada y llena de esperanzas en el futuro... Hasta que volvió a suceder: Empecé a tener ansiedad constante, a no comer, a pensar cosas feas. Fui a consultar donde la psiquiatra de mi entidad de salud que me recetó 100 mg de fluvoxamina al día y una pastilla de risperidona en la noche, yo estaba tomando la medicacion juiciosa pero igual empecé a sentirme como en el 2007, la doctora me subió la dosis a 200 mg pero aun así recaí.

La tarde del 24 de enero de este año me encontraba sola en la casa, tratando de ocuparme haciendo oficios domésticos cuando sentí tanta tanta ansiedad, que me dieron deseos de tirarme por la ventana, en esos días justo me habián robado el celular, yo tomé el de mi madre y me fui para la Clínica Nuestra Señora de la Paz, allí duré internada veintidós días, y mientras estaba hospitalizada conocí a una mujer que venía por alcoholismo, en realidad es una señora mayor, tiene 61 años y tuve una aventura con ella, yo, que era completamente heterosexual... La veía tan segura de sí misma, tan feliz, y además es pensionada, que me sentí atraída, sentí incluso que la quería y nuestros encuentros íntimos me gustaban. Pero en cuando me dieron de alta ella llegó a la conclusión de que ninguna de las dos estábamos en condiciones de establecer nada duradero ni real, yo acepté con dolor... Aunque una semana después me estaba llamando totalmente ebria rogándome que estuviera con ella, actualmente ya no tenemos contacto porque sé que me va a dañar y en realidad no hay nada que yo pueda hacer por mejorar su situación. Ella se encuentra hospitalizada en La Paz.

Al salir de la hospitalización yo no me sentía bien pero parece que el objetivo era estabilizarme, yo salí para Clínica Día, un programa que tienen allí para observar a los pacientes. Estuve allí veintiseis días, me quejaba de la ansiedad con la doctora de las ideas intrusivas de carácter violento y sexual pero ella no modificó mi medicación. Dijo que mi dianóstico no era un TOC franco porque mientras estuve en el hospital fueron bajando los pensamientos intrusivos aunque el vacío seguía ahí. En ese momento me dijo que tenía Trastorno Límite e Histrónico de la Personalidad, que de ahí surgían la depresión y las ideas obsesivas. Ese día estaba tan mal que me iba a hacer hospitalizar otra vez.

La psiquiatra insistía demasiado en que debía tomar psicoterapia individual de tipo psicodinámica dada por un médico psiquiatra, así que al otro día fui a pedir la cita pero resultó siendo un control donde el médico me vio tan ansiosa que me recetó quetiapina. Y no hubo programación de cita para terapia porque el hombre se fue de vacaciones.
Mi familia me quiere mucho, yo lo sé, mi hermana, me compró un montón de “medicamentos naturales” y yo pues no creo en eso así que no me los tomé, también me llevó con un psicólogo cognitivo conductual pero la verdad no me convenció porque no era el tipo de terapia que recomendaba la doctora, y sólo se centraba en mis obsesiones. También tengo amigos, la mayoría en Facebook, que me escuchan e inclusive fueron a visitarme a la clínica, me aconsejan diario.

Ahora me encuentro en el limbo, quisiera morir pero a la vez no quisiera hacerlo mal, quedar por ahí haciendo más estorbo. No logro concentrarme en mi vida diaria, todo se trata de la enfermedad, a veces me siento como una bomba de tiempo, me cuesta mucho cumplir con mis deberes de mi casa, quisiera... Quisiera amar esta vida, pero ahora siento que todo me fastidia, antes adoraba a mis mascotas, ahora ya no... Cuando me dicen que algo depende de mí, me lleno de ansiedad, y quisiera estar durmiendo a toda hora, aunque me esfuerzo y ayudo a mi mamá en el negocio, cada instante es doloroso y triste.

Y no sé dónde conseguir la Terapia Dialéctica-Conductual aquí en Bogotá.
 
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Por lo que veo, has tenido épocas mejores y otras peores a lo largo de tu vida. Ahora estás en una época mala. A pesar de todo, has conseguido sacar adelante los estudios, y trabajar a temporadas. Eso está muy bien. Respecto a la TDC, ya te comenté que es una terapia relativamente nueva y no demasiado extendida. La terapia cognitivo conductual también puede ayudar, pero ya dices que no te fue bien. También depende del profesional. Te mando mucho ánimo y estoy seguro que saldrás adelante.
 
Buenos días,No Identity,por lo menos has conseguido muchos objetivos en la vida,mi vida está llena de vacío,de hastío,y como tu le pido a mi padre diariamente que me lleve con él,aunque tengo pareja ,está sano,y me anima y me cuida.Como tú,evito las tareas de casa,y creo que me hace falta un ingreso,o estar en un centro de día,con gente que me comprenda,pues mis amigas no lo hacen,las veces que he ingresado ,me he integrado bien entre otros enfermos,ahora estoy en paro,y mi aseo personal deja mucho que desear,asi que dale gracias a la vida,y sigue adelante,ya que tienes ocupación fuera de casa.Ánimo y no desistas,por lo menos tienes amistades.Un saludo.
 
Hola, leí tu historia, lamento que hayas tenido que pasar por eso. Te comprendo bien, yo vengo saliendo de una crisis terrible , donde sólo deseaba morir. Pero el estudio de este mal y tal vez mi propia obstinación me hicieron optar por la vida.

Hay esperanza con el tratamiento adecuado y con el trabajo sobre las emociones, por favor no te abandones, amate y cuidate, hay salida de esto.
 
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