Linnie-juela
Usuario veterano
Esta semana ha sido un poco compleja en comparación a los últimos meses.
A continuación el evento destacado:
En marzo de este año conocí a un hombre, me lleva dos años (yo tengo 24) y al poco tiempo, nos empezamos a frecuentar (salir, charlar e intimar) y todo parecía estar bien entre nosotros... Sé que no hay prisa pero, hace un par de semanas atrás después de un evento desafortunado (chocaron el auto en el viajábamos) me propuso formalizar nuestro vínculo. No le hice mucho caso hasta que unos días después conversamos y todo parecía ir en serio. La cuestión ocurrió esta semana, él ha venido de visita dos días a mi apartamento de estudiante ya que tenía vacaciones y todo iba bien hasta que... Después de un encuentro sexual se sinceró conmigo. Afirmó quererme, disfrutar del tiempo conmigo pero... Simplemente no se siente listo para tener una «etiqueta», necesita enfocarse en sus objetivos personales, en él mismo y... Yo solo pude llorar.
Claro que valoro su honestidad, estoy súper feliz de que quiera progresar... Es solo que, me sentí tan vulnerable en ese momento, el hueco que tiempo atrás había desaparecido de mi pecho se abrió nuevamente, sentí que algo se me rompió.
Sentí que me cortó de cuajo las alas sin siquiera haber podido usarlas.
Luego de mi momento de llanto y sentires, procuré conversar, validé sus sentimientos y necesidades. Juré comprenderle y no querer ser una carga. Él me dijo que le gustaba nuestra cercanía, nuestra dinámica y que nada cambiaría entre nosotros.
Pero, ya no le puedo creer, ya no me siento igual de bien como antes, ¿por qué si sabía que cambiaría de parecer dejó que me hiciera ilusiones? ¿Por qué si yo sabía que él no me querría de esa forma me hice de esperanzas?
Me siento patética y para hacerlo mejor, hoy que se regresó a su casa, todo mi entorno se siente ajeno, vacío, solitario como si nunca antes hubiera sido así, como si por haberle recibido en mi casa toda mi atmósfera de serenidad se hubiera esfumado.
Me siento mal* en todo el sentido de la palabra, porque a pesar de ser muy adulta, me sigo aferrando a los sentimientos, a sentir con demasiada intensidad.
Hoy, solo quiero que me abracen y llorar todo lo que no pude, que me abracen de forma reconfortante y poder despertar mañana con la tranquilidad que hace meses atrás me inspiraba.
A continuación el evento destacado:
En marzo de este año conocí a un hombre, me lleva dos años (yo tengo 24) y al poco tiempo, nos empezamos a frecuentar (salir, charlar e intimar) y todo parecía estar bien entre nosotros... Sé que no hay prisa pero, hace un par de semanas atrás después de un evento desafortunado (chocaron el auto en el viajábamos) me propuso formalizar nuestro vínculo. No le hice mucho caso hasta que unos días después conversamos y todo parecía ir en serio. La cuestión ocurrió esta semana, él ha venido de visita dos días a mi apartamento de estudiante ya que tenía vacaciones y todo iba bien hasta que... Después de un encuentro sexual se sinceró conmigo. Afirmó quererme, disfrutar del tiempo conmigo pero... Simplemente no se siente listo para tener una «etiqueta», necesita enfocarse en sus objetivos personales, en él mismo y... Yo solo pude llorar.
Claro que valoro su honestidad, estoy súper feliz de que quiera progresar... Es solo que, me sentí tan vulnerable en ese momento, el hueco que tiempo atrás había desaparecido de mi pecho se abrió nuevamente, sentí que algo se me rompió.
Sentí que me cortó de cuajo las alas sin siquiera haber podido usarlas.
Luego de mi momento de llanto y sentires, procuré conversar, validé sus sentimientos y necesidades. Juré comprenderle y no querer ser una carga. Él me dijo que le gustaba nuestra cercanía, nuestra dinámica y que nada cambiaría entre nosotros.
Pero, ya no le puedo creer, ya no me siento igual de bien como antes, ¿por qué si sabía que cambiaría de parecer dejó que me hiciera ilusiones? ¿Por qué si yo sabía que él no me querría de esa forma me hice de esperanzas?
Me siento patética y para hacerlo mejor, hoy que se regresó a su casa, todo mi entorno se siente ajeno, vacío, solitario como si nunca antes hubiera sido así, como si por haberle recibido en mi casa toda mi atmósfera de serenidad se hubiera esfumado.
Me siento mal* en todo el sentido de la palabra, porque a pesar de ser muy adulta, me sigo aferrando a los sentimientos, a sentir con demasiada intensidad.
Hoy, solo quiero que me abracen y llorar todo lo que no pude, que me abracen de forma reconfortante y poder despertar mañana con la tranquilidad que hace meses atrás me inspiraba.
Última edición: