Virginia 42
Usuario veterano
Receta para comenzar a reconciliarte con tu cuerpo.
Esta “receta” sirve para poner en marcha el proceso de restaurar el amor hacia nuestra armadura física. Hacia esta “vestidura” que es el cuerpo y que nos ha guardado, protegido y regalado el asombro de los sentidos durante tantos años. Es un trabajo de campo y pura experimentación. Puede que te resulte difícil, incluso muy difícil, llevar esta práctica a cabo, pero también es cierto que no pierdes nada por darle una oportunidad <3
No te juzgues si lees esta práctica y piensas que no eres capaz de dar todos los pasos. Leer es un buen principio, y reencontrarnos con nosotros mismos es una carrera de fondo. Si estamos ante algo que es “muy muy difícil”, recordemos que el carromato de Shrek no llegó a “muy muy lejano” en un parpadeo (“falta mucho???!” “Un poooco!”)
Sí que te puedo decir que es probable que, si lo intentas, el choque que vas a sentir no te cause tanto malestar cómo podrías pensar con solamente leer. Ya sabemos que la mente nos miente, especialmente en cuestiones de anticipación!
Quieres seguir leyendo? Bien!!
Empecemos pues!
INGREDIENTES:
-El ser perfecto: tú.
-El cuerpo perfecto: el tuyo.
-El momento perfecto: cuando tú lo sientas.
-Voluntad de traspasar límites: 50% (aunque parezca un sinsentido, no tienes que tener plena seguridad de si quieres hacer esto o no).
-Amor: todo lo que puedas. Pero, si crees que el medidor está a cero, no te preocupes. Si no puedes pensar en ti mism@ con amor por las razones que sean, piensa en lo que sientes hacia todas las personas que amas (vale igual, es la misma energía).
-Una bañera. O una ducha, si no tienes bañera.
-Tu móvil, y, si tienes un altavoz para poner tu música favorita, mucho mejor.
-Miel. Si no tienes, también puedes usar un gel de baño que te guste, un aceite cuyo olor y textura te produzcan bienestar, leche, canela, en fin… al gusto.
-Una toalla o un albornoz, preferentemente de tacto suave.
*opcional: velitas, barrita de incienso, o cualquier cosa que te transmita energía positiva a la hora de crear un buen ambiente.
PREPARACIÓN:
2-En el bol que es nuestra cabeza, verter la voluntad una vez limpia. Tenemos claro que vamos a tener un momentito con nosotros mismos para hacer algo bueno, y eso es lo único que nos va a importar. Mezclar la voluntad limpia de juicios con todo el amor que hayas podido rescatar hacia ti y hacia todos los que amas. Ojo, ¡no agitar! Remover suavemente con movimientos envolventes, ya sea visualizándolo o dándonos un suaaave masaje en el cuero cabelludo con las yemas de los dedos. Añadir la cantidad que se desee de la música que estás escuchando, y permitir que todo se ligue en armonía, tanto dentro de ti como fuera en la habitación.
3-Si aparecen pensamientos intrusivos en este momento, inhale esta mezcla que está ligando amorosamente en su propia cabeza, y deje que los envuelva para disolverlos. Visualice cómo todo se liga en una tonalidad violeta luminosa, y siga respirando. Exhale, y aproveche para mandar a la verga todo pensamiento que le incordie o moleste, tan simple como expulsándolo por sus fosas nasales (le aseguro que funciona). Repita este proceso de respiración limpiadora tantas veces como le haga falta; disfrute de las sensaciones físicas, del tacto de sus propios dedos por debajo de su cabello, y tómese haciendo esto el tiempo que necesite.
4-Si no le está gustando lo que está sintiendo, puede parar. Si le está gustando, ¡puede seguir! De hecho, en caso de que el Placer aparezca como un ingrediente espontáneo más, puede dárselo sin limitación. Pero recuerde que en algún momento tiene que abrir los grifos de la bañera, de modo que pare un momentito para hacerlo y continúe después.
5-Permitase quejarse (“Ay”) si necesita hacerlo, llorar, tararear o cualquier cosa que su cuerpo y Alma le pidan hacer. Si ahora que está en soledad con usted le viene algún recuerdo portador de dolor emocional por el que necesita quejarse, quéjese. Abra la boca, déjelo ir. Si hay algo que necesita “salir” a través de la voz, no lo reprima. No se asuste si ve que comienza a liberar a través del llanto; no se preocupe, el proceso se autolimitará solo, y no es tan doloroso como retener dentro eso tan “viejo” que usted lleva tanto tiempo necesitando soltar.
6-Cuando le apetezca, si siente que le apetece, deje de masajear su cabeza y entre en la bañera o en la ducha. Tómese tiempo para sentir el calorcito del agua sobre la piel. Si siente una mala sensación al pensar en mirar su propio cuerpo, no se fuerce a hacerlo. Si lo necesita, puede cerrar los ojos.
7-Por supuesto, continúe liberando lo que necesite, de la forma que necesite. Si caza a su propia mente juzgando este proceso de liberación, abrácela y shh, tranquilícela, iluminela, respire.
8-Busque una posición cómoda. Si tiene bañera, puede reclinarse; si está en la ducha, puede apoyarse o sujetarse del modo que le resulte más cómodo, incluso puede sentarse. Tómese tiempo para sentir lo que está necesitando sentir en este momento, y si aparecen de nuevo pensamientos intrusivos o juicios, añada más tintura de luz violeta a la mezcla y siga respirándola para disolverlos en ella, expulsándolos con cada exhalación. Si esto no fuera suficiente, con los ojos cerrados imagine una hoguera de fuego violeta expandiéndose para envolver su cuerpo y la bañera o ducha donde está, y deje que todo lo que le molesta en su pensamiento vaya drenando a ese fuego violeta.
9-Cuando sea el momento propicio para usted, cuando esté preparad@ y lo bastante relajad@ y quiera hacerlo, ponga una cantidad al gusto de miel, aceite o lo que haya elegido en la palma de su mano. Si está en la bañera, empiece a extenderla por uno de sus pies, y luego hágalo en el otro pie. Siga respirando violeta y sintiendo la música. Aproveche, mientras realiza un suave masaje sobre su pie (planta, empeine, tobillo, talón), para decirle -en silencio, o con la voz- que es perfecto como es. Dele a sus pies un agradecimiento silencioso o en voz alta por haber sustentado toda la armadura de su cuerpo desde que usted aprendió a andar. Es gracias a ellos que usted puede moverse y desplazarse hoy día hacia donde necesita estar, hacia el lugar correcto, como ahora está en el lugar correcto que es allí donde esté con usted misma. Tómese tiempo para sentir el contacto en el masaje que está realizando. Deje que sus sentidos experimenten las maravillas del aroma y la textura que ha elegido. Deje que sus pies se impregnen. “Dígales” a esos pies que llevan con usted toda la vida lo que sienta que necesita decirles. Si tiene cicatrices, y siente que quiere pasar la mano suavemente sobre ellas, hágalo. En verdad usted nunca ha querido hacer daño a sus pies. Dígaselo, con la voz o desde el silencio. ¿Siente que tiene que pedir perdón por algo? No juzgue, hágalo. ¿Siente que tiene que perdonarles algo a sus pies? Aproveche para poner en marcha el proceso de perdonar aquí y ahora. Dígale a toda coraza (del tipo que sea), a todo lo que le ha estado separando a usted del mundo exterior, que puede descansar e incluso caer; que ya no tiene que protegerla, no ahora, ahora está segura y a salvo a solas con usted... en la mejor compañía.
10-Cuando haya terminado, preguntese si quiere seguir avanzando hacia arriba por sus piernas. Si ya es suficiente por hoy, puede parar. Puede intentar esta práctica cada vez que sienta que quiere intentarla. Su cuerpo lleva con usted toda la vida, y para esto la va a esperar. Su cuerpo la ha esperado siempre en lo que se refiere a amar, de forma incondicional, y esto no va a cambiar ahora.
11-Sientase libre de ascender por sus piernas y haga lo mismo que hizo con sus pies. Sienta el calor del agua, cúbralas de la substancia mágica” que ha elegido, hable con ellas. Deténgase en sus pantorrillas, en sus rodillas. ¿Piensa usted algo malo sobre sus piernas? Bueno, piense en todo lo que ellas han hecho por usted hasta ahora, y van a seguir haciéndolo. Raíces, sustentación, movimiento. Si siente algún dolor físico, libere la queja. Si continúa liberando a través del llanto, piense que está desbloqueando piedras que llevaban “ahí” mucho tiempo anudadas en su garganta, así que llorar tiene todo el sentido del mundo.
12-El momento de parar es cuando usted quiera parar. Mientras disfrute de lo que está sintiendo, una vez haya conseguido acallar lo que está pensando, continúe. Sientase muy orgullos@ de usted si ha traspasado el límite de tocar lo que no le gusta tocar en su cuerpo (y si no lo ha conseguido, siéntase orgulloso también por el solo propósito de hacerlo y por su intención). Su cuerpo no tiene nada de malo; su cuerpo es perfecto, tan perfecto como es usted por dentro, piense la mente de usted lo que piense al respecto. Su cuerpo no merece odio sino amor, más aun si alguien le hizo daño o le hizo algo que usted nunca consintió. Perdone a su cuerpo, porque su cuerpo es el templo donde vive usted como Alma; su cuerpo no es culpable si alguien accedió a él sin permiso, y usted tampoco lo es. Usted es la persona más valiente en el mundo por lo que está haciendo ahora mismo: amándose pase lo que pase. Perdone en este momento todo lo que necesite ser perdonado, perdone a su cuerpo que no hizo nunca nada malo, perdónese a usted porque, si le ha hecho daño a su cuerpo, ha sido por error, y todos nos equivocamos. Su cuerpo le perdona todo, y la prueba es que sigue siendo perfecto para sustentar el Alma que es usted. Ese cuerpo que usted está aprendiendo a reconocer y a amar, es (solo) el templo para el Alma que es usted, y su importancia es esa solamente (que ya es mucho).
13-No se exija, bastante auto-exigencia ha sufrido usted ya. Si no ha podido pasar de los pies, está bien. Si no ha podido llegar a tocar sus piernas, está bien. Cuando sienta que le apetece terminar, aclare su piel, salga de la bañera, séquese con la toalla que ha preparado. Dele una mirada al espejo, tal vez empañado, y preguntese qué siente, si le sigue dando el mismo miedo, asco, rabia que antes de hacer esta práctica. Si siente que quiere mirarse ahora, hágalo. Si le sorprende su propia sonrisa, celébrelo.
14-Antes de cerrar la práctica que hemos “cocinado”, siéntese en el borde de la bañera o en donde pueda tomar asiento, y abrácese. Con la toalla, o sin ella. Manténgase unos segundos en este abrazo, o, mejor dicho, todo el tiempo que usted perciba que le hace falta. Descanse en este abrazo, por todos los abrazos que usted ha necesitado y no ha tenido.
Su cuerpo sabe que es amado por usted y siempre va a responder con amor; y lo sabe, porque si usted ha hecho esto, es porque quiere amarlo aunque no sepa cómo. Si quiere amarlo, es porque ya lo ama. El odio sólo existe como un reverso tenebroso del amor, cuando necesitamos amor pero tenemos miedo, o no podemos, no sabemos o no queremos sentirlo.
En este abrazo, puede aprovechar para decirle a su cuerpo -con la voz o desde el silencio- la promesa de que va a darle lo que necesita, o al menos lo va a intentar. Ya lo está intentado ahora.
Si quiere paz, tendrá paz. Si quiere alimento y agua, tendrá alimento y agua cuando lo necesite. Si quiere sensaciones o sabores, olores, va a tenerlos, por qué no. Si quiere contacto, abrazos, tacto suave, va a tenerlos. Poco a poco, pero de forma constante, de forma consciente. Con el paso del tiempo, darle al cuerpo lo que necesita se transforma en acto interiorizado para el que no necesitamos estar “en guardia” todo el tiempo como tal vez nos ocurriría ahora que durante eones hemos creído erróneamente odiarlo.
[Gracias por leer esta “receta” que he escrito con todo mi cariño pensando en lo que puedes estar pasando. Sé lo que es la frontera no física con el propio cuerpo, el auto-rechazo y cómo se siente lo que yo llamaba “odio” hacia él. He transitado ese infierno personal, y si tú estás ahora en él, solo puedo decirte que liberarse es posible. Si vas a intentar esto, o si no sabes aun si quieres intentarlo, te envío desde aquí todo el amor que he imprimido al escribir, para que esté presente si lo deseas, para que te envuelva y esté contigo pues, ya sabes, todo es la misma energía al final; no importa de dónde venga, porque no nos pertenece, sino que nos mantiene unidos en conexión.}
Esta “receta” sirve para poner en marcha el proceso de restaurar el amor hacia nuestra armadura física. Hacia esta “vestidura” que es el cuerpo y que nos ha guardado, protegido y regalado el asombro de los sentidos durante tantos años. Es un trabajo de campo y pura experimentación. Puede que te resulte difícil, incluso muy difícil, llevar esta práctica a cabo, pero también es cierto que no pierdes nada por darle una oportunidad <3
No te juzgues si lees esta práctica y piensas que no eres capaz de dar todos los pasos. Leer es un buen principio, y reencontrarnos con nosotros mismos es una carrera de fondo. Si estamos ante algo que es “muy muy difícil”, recordemos que el carromato de Shrek no llegó a “muy muy lejano” en un parpadeo (“falta mucho???!” “Un poooco!”)
Sí que te puedo decir que es probable que, si lo intentas, el choque que vas a sentir no te cause tanto malestar cómo podrías pensar con solamente leer. Ya sabemos que la mente nos miente, especialmente en cuestiones de anticipación!

Quieres seguir leyendo? Bien!!
Empecemos pues!
INGREDIENTES:
-El ser perfecto: tú.
-El cuerpo perfecto: el tuyo.
-El momento perfecto: cuando tú lo sientas.
-Voluntad de traspasar límites: 50% (aunque parezca un sinsentido, no tienes que tener plena seguridad de si quieres hacer esto o no).
-Amor: todo lo que puedas. Pero, si crees que el medidor está a cero, no te preocupes. Si no puedes pensar en ti mism@ con amor por las razones que sean, piensa en lo que sientes hacia todas las personas que amas (vale igual, es la misma energía).
-Una bañera. O una ducha, si no tienes bañera.
-Tu móvil, y, si tienes un altavoz para poner tu música favorita, mucho mejor.
-Miel. Si no tienes, también puedes usar un gel de baño que te guste, un aceite cuyo olor y textura te produzcan bienestar, leche, canela, en fin… al gusto.
-Una toalla o un albornoz, preferentemente de tacto suave.
*opcional: velitas, barrita de incienso, o cualquier cosa que te transmita energía positiva a la hora de crear un buen ambiente.
PREPARACIÓN:
- Antes de comenzar, con bastante antelación como para no preocuparte por ello, deja todos los ingredientes a mano en el cuarto de baño, cerca de la bañera o la ducha.
- Entrar en el baño y cerrar la puerta para promover intimidad. No pienses en lo que vendrá después. Trata de enfocarte sólo en el momento presente, en la propia respiración.
- Si tienes velitas, enciéndelas. O baja la luz si es posible. Haz cada uno de estos pasos despacito, tratándote con el mimo y cuidado con el que tratarías al ser más delicado y precioso. Estás a solas contigo, nada ni nadie te obliga a correr (estaría bueno).
- Si lo deseas, puedes poner en tu teléfono o dispositivo análogo tu música favorita, la que hayas seleccionado antes o la que te venga para este momento. Igual es música relajante o igual no precisamente, pero eso no importa. Este momento es un regalo de ti para ti, así que, cualquier elección que hagas es absolutamente perfecta. Eso sí, si es una lista de música, mucho mejor porque así los temas se irán reproduciendo solos sin que tú te tengas que preocupar.
- PROCESO: vamos a meter las manos en harina ya xD
2-En el bol que es nuestra cabeza, verter la voluntad una vez limpia. Tenemos claro que vamos a tener un momentito con nosotros mismos para hacer algo bueno, y eso es lo único que nos va a importar. Mezclar la voluntad limpia de juicios con todo el amor que hayas podido rescatar hacia ti y hacia todos los que amas. Ojo, ¡no agitar! Remover suavemente con movimientos envolventes, ya sea visualizándolo o dándonos un suaaave masaje en el cuero cabelludo con las yemas de los dedos. Añadir la cantidad que se desee de la música que estás escuchando, y permitir que todo se ligue en armonía, tanto dentro de ti como fuera en la habitación.
3-Si aparecen pensamientos intrusivos en este momento, inhale esta mezcla que está ligando amorosamente en su propia cabeza, y deje que los envuelva para disolverlos. Visualice cómo todo se liga en una tonalidad violeta luminosa, y siga respirando. Exhale, y aproveche para mandar a la verga todo pensamiento que le incordie o moleste, tan simple como expulsándolo por sus fosas nasales (le aseguro que funciona). Repita este proceso de respiración limpiadora tantas veces como le haga falta; disfrute de las sensaciones físicas, del tacto de sus propios dedos por debajo de su cabello, y tómese haciendo esto el tiempo que necesite.
4-Si no le está gustando lo que está sintiendo, puede parar. Si le está gustando, ¡puede seguir! De hecho, en caso de que el Placer aparezca como un ingrediente espontáneo más, puede dárselo sin limitación. Pero recuerde que en algún momento tiene que abrir los grifos de la bañera, de modo que pare un momentito para hacerlo y continúe después.
5-Permitase quejarse (“Ay”) si necesita hacerlo, llorar, tararear o cualquier cosa que su cuerpo y Alma le pidan hacer. Si ahora que está en soledad con usted le viene algún recuerdo portador de dolor emocional por el que necesita quejarse, quéjese. Abra la boca, déjelo ir. Si hay algo que necesita “salir” a través de la voz, no lo reprima. No se asuste si ve que comienza a liberar a través del llanto; no se preocupe, el proceso se autolimitará solo, y no es tan doloroso como retener dentro eso tan “viejo” que usted lleva tanto tiempo necesitando soltar.
6-Cuando le apetezca, si siente que le apetece, deje de masajear su cabeza y entre en la bañera o en la ducha. Tómese tiempo para sentir el calorcito del agua sobre la piel. Si siente una mala sensación al pensar en mirar su propio cuerpo, no se fuerce a hacerlo. Si lo necesita, puede cerrar los ojos.
7-Por supuesto, continúe liberando lo que necesite, de la forma que necesite. Si caza a su propia mente juzgando este proceso de liberación, abrácela y shh, tranquilícela, iluminela, respire.
8-Busque una posición cómoda. Si tiene bañera, puede reclinarse; si está en la ducha, puede apoyarse o sujetarse del modo que le resulte más cómodo, incluso puede sentarse. Tómese tiempo para sentir lo que está necesitando sentir en este momento, y si aparecen de nuevo pensamientos intrusivos o juicios, añada más tintura de luz violeta a la mezcla y siga respirándola para disolverlos en ella, expulsándolos con cada exhalación. Si esto no fuera suficiente, con los ojos cerrados imagine una hoguera de fuego violeta expandiéndose para envolver su cuerpo y la bañera o ducha donde está, y deje que todo lo que le molesta en su pensamiento vaya drenando a ese fuego violeta.
9-Cuando sea el momento propicio para usted, cuando esté preparad@ y lo bastante relajad@ y quiera hacerlo, ponga una cantidad al gusto de miel, aceite o lo que haya elegido en la palma de su mano. Si está en la bañera, empiece a extenderla por uno de sus pies, y luego hágalo en el otro pie. Siga respirando violeta y sintiendo la música. Aproveche, mientras realiza un suave masaje sobre su pie (planta, empeine, tobillo, talón), para decirle -en silencio, o con la voz- que es perfecto como es. Dele a sus pies un agradecimiento silencioso o en voz alta por haber sustentado toda la armadura de su cuerpo desde que usted aprendió a andar. Es gracias a ellos que usted puede moverse y desplazarse hoy día hacia donde necesita estar, hacia el lugar correcto, como ahora está en el lugar correcto que es allí donde esté con usted misma. Tómese tiempo para sentir el contacto en el masaje que está realizando. Deje que sus sentidos experimenten las maravillas del aroma y la textura que ha elegido. Deje que sus pies se impregnen. “Dígales” a esos pies que llevan con usted toda la vida lo que sienta que necesita decirles. Si tiene cicatrices, y siente que quiere pasar la mano suavemente sobre ellas, hágalo. En verdad usted nunca ha querido hacer daño a sus pies. Dígaselo, con la voz o desde el silencio. ¿Siente que tiene que pedir perdón por algo? No juzgue, hágalo. ¿Siente que tiene que perdonarles algo a sus pies? Aproveche para poner en marcha el proceso de perdonar aquí y ahora. Dígale a toda coraza (del tipo que sea), a todo lo que le ha estado separando a usted del mundo exterior, que puede descansar e incluso caer; que ya no tiene que protegerla, no ahora, ahora está segura y a salvo a solas con usted... en la mejor compañía.
10-Cuando haya terminado, preguntese si quiere seguir avanzando hacia arriba por sus piernas. Si ya es suficiente por hoy, puede parar. Puede intentar esta práctica cada vez que sienta que quiere intentarla. Su cuerpo lleva con usted toda la vida, y para esto la va a esperar. Su cuerpo la ha esperado siempre en lo que se refiere a amar, de forma incondicional, y esto no va a cambiar ahora.
11-Sientase libre de ascender por sus piernas y haga lo mismo que hizo con sus pies. Sienta el calor del agua, cúbralas de la substancia mágica” que ha elegido, hable con ellas. Deténgase en sus pantorrillas, en sus rodillas. ¿Piensa usted algo malo sobre sus piernas? Bueno, piense en todo lo que ellas han hecho por usted hasta ahora, y van a seguir haciéndolo. Raíces, sustentación, movimiento. Si siente algún dolor físico, libere la queja. Si continúa liberando a través del llanto, piense que está desbloqueando piedras que llevaban “ahí” mucho tiempo anudadas en su garganta, así que llorar tiene todo el sentido del mundo.
12-El momento de parar es cuando usted quiera parar. Mientras disfrute de lo que está sintiendo, una vez haya conseguido acallar lo que está pensando, continúe. Sientase muy orgullos@ de usted si ha traspasado el límite de tocar lo que no le gusta tocar en su cuerpo (y si no lo ha conseguido, siéntase orgulloso también por el solo propósito de hacerlo y por su intención). Su cuerpo no tiene nada de malo; su cuerpo es perfecto, tan perfecto como es usted por dentro, piense la mente de usted lo que piense al respecto. Su cuerpo no merece odio sino amor, más aun si alguien le hizo daño o le hizo algo que usted nunca consintió. Perdone a su cuerpo, porque su cuerpo es el templo donde vive usted como Alma; su cuerpo no es culpable si alguien accedió a él sin permiso, y usted tampoco lo es. Usted es la persona más valiente en el mundo por lo que está haciendo ahora mismo: amándose pase lo que pase. Perdone en este momento todo lo que necesite ser perdonado, perdone a su cuerpo que no hizo nunca nada malo, perdónese a usted porque, si le ha hecho daño a su cuerpo, ha sido por error, y todos nos equivocamos. Su cuerpo le perdona todo, y la prueba es que sigue siendo perfecto para sustentar el Alma que es usted. Ese cuerpo que usted está aprendiendo a reconocer y a amar, es (solo) el templo para el Alma que es usted, y su importancia es esa solamente (que ya es mucho).
13-No se exija, bastante auto-exigencia ha sufrido usted ya. Si no ha podido pasar de los pies, está bien. Si no ha podido llegar a tocar sus piernas, está bien. Cuando sienta que le apetece terminar, aclare su piel, salga de la bañera, séquese con la toalla que ha preparado. Dele una mirada al espejo, tal vez empañado, y preguntese qué siente, si le sigue dando el mismo miedo, asco, rabia que antes de hacer esta práctica. Si siente que quiere mirarse ahora, hágalo. Si le sorprende su propia sonrisa, celébrelo.
14-Antes de cerrar la práctica que hemos “cocinado”, siéntese en el borde de la bañera o en donde pueda tomar asiento, y abrácese. Con la toalla, o sin ella. Manténgase unos segundos en este abrazo, o, mejor dicho, todo el tiempo que usted perciba que le hace falta. Descanse en este abrazo, por todos los abrazos que usted ha necesitado y no ha tenido.
Su cuerpo sabe que es amado por usted y siempre va a responder con amor; y lo sabe, porque si usted ha hecho esto, es porque quiere amarlo aunque no sepa cómo. Si quiere amarlo, es porque ya lo ama. El odio sólo existe como un reverso tenebroso del amor, cuando necesitamos amor pero tenemos miedo, o no podemos, no sabemos o no queremos sentirlo.
En este abrazo, puede aprovechar para decirle a su cuerpo -con la voz o desde el silencio- la promesa de que va a darle lo que necesita, o al menos lo va a intentar. Ya lo está intentado ahora.
Si quiere paz, tendrá paz. Si quiere alimento y agua, tendrá alimento y agua cuando lo necesite. Si quiere sensaciones o sabores, olores, va a tenerlos, por qué no. Si quiere contacto, abrazos, tacto suave, va a tenerlos. Poco a poco, pero de forma constante, de forma consciente. Con el paso del tiempo, darle al cuerpo lo que necesita se transforma en acto interiorizado para el que no necesitamos estar “en guardia” todo el tiempo como tal vez nos ocurriría ahora que durante eones hemos creído erróneamente odiarlo.
[Gracias por leer esta “receta” que he escrito con todo mi cariño pensando en lo que puedes estar pasando. Sé lo que es la frontera no física con el propio cuerpo, el auto-rechazo y cómo se siente lo que yo llamaba “odio” hacia él. He transitado ese infierno personal, y si tú estás ahora en él, solo puedo decirte que liberarse es posible. Si vas a intentar esto, o si no sabes aun si quieres intentarlo, te envío desde aquí todo el amor que he imprimido al escribir, para que esté presente si lo deseas, para que te envuelva y esté contigo pues, ya sabes, todo es la misma energía al final; no importa de dónde venga, porque no nos pertenece, sino que nos mantiene unidos en conexión.}
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