Hola

Pues quería compartir en este hilo algo que recordé...
Resulta que lo de implementar rutinas en la vida diaria todo el mundo tenía muy claro que estaba bien para mí (y en líneas generales lo está, para no abandonarse uno), pero yo no lo tenía tan claro. Cuando peor estaba yo, menos claro lo tenía. Asentía cuando desde fuera me lo aconsejaban, pero desde el fondo de mí algo decía


. Esto creo que era porque yo no veía ese enfoque de "amate lo bastante para no abandonarte, porque mereces amor", sino que lo vivía como imposición externa, la cual se esperaba de mí que yo transformase en auto imposición. Y desde siempre he sentido muchísima resistencia a las imposiciones (cosa que a día de hoy no ha cambiado, jeje), tanto como a imponer algo yo. Ahora entiendo la disciplina de forma distinta a como lo hacía entonces, eso sí. Pero bueno, puede imaginarse por qué esto de "tener que" no funcionaba mucho para mí. Es cierto que apretaba dientes y lo intentaba, y con voluntad cerril lo conseguía durante un tiempo... pero era cualquier cosa menos feliz haciéndolo, así que lógicamente lo dejaba caer todo, y volvía al estado de "deriva continental". Porque el estado de deriva tenía más sentido para mí en esos momentos que apretar los dientes. Lógico. Cómo no entenderlo cuando miro atrás.
Me dejé. Mi apariencia me importaba tanto que confundía "mi imagen" con "el ser que soy". A causa del síntoma de comer compulsivamente, colocando "afecto" en el objeto "comida" para llenar "vacío", comiendo tanto que al final me acolchaba frente al dolor interno al sentirme hasta arriba, cogí muchisimo peso. Me miraba al espejo y odiaba lo que veía. Sentía asco. Cómo iba yo a amar a "algo" así, a "eso" que yo veía?
No podía entender cómo mi pareja podía amarme. Ya vivíamos juntos entonces. Toda la repugnancia que yo sentía hacia mí , yo la vivía hacia dentro porque no quería exteriorizar ese asco profundo y ese malestar en un lugar donde había niños pequeños (mi pareja tiene dos hijos). La presión era muy difícil de soportar. Tanta que en el fondo no me habría importado "morir", porque lo único que quería era /descansar/. Lógico. Cómo implementar obligaciones y rutinas en ese estado? Ja... Imposible, y lógico again. Seguía siendo incapaz de cuidarme, y mi mente maravillosa se encargaba de recordármelo de forma muy poco sutil: "vaya mierda eres que ni te puedes cuidar como lo haría /cualquier persona normal/".
Mi marido compró una bicicleta de spinning esas navidades. Él dijo que la compró "para los dos", pero dijo eso guiado por su increíble inteligencia emocional. Esa bici era para mí. No para que yo me ejercitarse como un hamster en una rueda, sino porque él sabe... bueno, él sabía que yo hacía años amaba entrenar. Tuve que dejar el entrenamiento de triatlón por elegir cargarme de trabajo en su día (muchas horas en el hospital). Pero es cierto que yo amaba entrenar, y amaba sobre todo la bici y cómo eso me hacía sentir.
Ver ese regalo de mi marido me hizo querer meterme bajo tierra y llorar hasta secarme. Claro, "sabe que con mi aspecto no quiero salir a entrenar a la calle, ni de coña saldría, ni loca, jamás podría". Seguro que si has leído hasta aquí te imaginas que está presión por el físico y el asco hacia la "gordura" propia viene de atrás, claro! Claro que viene de muy atrás, pero si te cuento sobre esas heridas me enrollaria increíble en este post. Digamos que a una niña le rompieron en dos por tener un "cuerpo gordo" cuando "se hizo mujer", a grandes rasgos, y la niña creció pensando que un "cuerpo gordo" es algo solo digno de asco.
Bueno. Mi marido me dijo que él iba a practicar entrenamiento indoor con esa bici. El sabe que las sesiones indoor me gustaban mucho, porque me pongo música y me dejo llevar... O al menos eso es lo que yo hacía.
Pasó el tiempo. Durante muchos meses solo él se subía a esa bici.
Una tarde estábamos en el salón. Honestamente no sé bien qué pasó por mi cabeza. Creo que añoraba viejas canciones "cañeras". Me vi haciendo en el móvil una lista de Youtube en plan "remember". Que te puedes reír pero hasta metí grandes éxitos de Chimo bayo y Paco pil (sensibleeees, aaaa deee lannnn Teeee!) XD.
Sin decir ni media palabra, me fui al dormitorio donde teníamos aparcado aquel caballo de carreras fijo. Me puse los cascos y las deportivas llenas de polvo, y me subí a la bici en pijama. "Bueno, si no te puedes erguir en los pedales da igual" me dije. Sólo necesitaba escuchar esa música mientras me movia; en verdad esas sesiones de antaño eran como bailar. "Pues baila".
La lista tenía unas 10 canciones. Creo que la recorrí" completa en la bici, pero no estoy segura. Tampoco recuerdo si llegué a erguirme o no. Lo que sí recuerdo es, sobre la tercera canción, agarrar a llorar como nunca mientras reía . Imaginate el cuadro xddddd una tía en pijama con pelos de loca, subida a una bici de spinning y riendo y llorando en plan free. Parece desquiciamiento y no te diré que no!!! Pero again, era lógico, terriblemente lógico.
Reía porque lo disfrutaba. Notaba la energía moverse en mi cuerpo. Con las lágrimas soltaba tensión y eso me hacía reír más, porque lo estaba necesitando.
Lloraba porque fue duro darme cuenta de lo mucho que estaba necesitando hacer algo que amaba. Lloraba porque -y esto también lo recuerdo- me pedí internamente PERDÓN a mí misma mil veces. Perdón por no darte algo que necesitabas tanto, Reyes. (Ese es mi nombre real). Cómo has podido desconectarte tanto de lo que amas? Por qué tanto tiempo, por qué te lo has negado?
Te puedes imaginar que después de esa sesión me sentí nueva. Me di una ducha.
No recuerdo si escribí una lista de todas las cosas que amaba hacer y dejé de hacer, pero creo que mi cabeza comenzó a buscarlas.
Hoy el autocuidado es una fuente de vida y algo placentero, no realmente implementado ni impuesto. El olor del gel en la ducha, disfrutarlo, es autocuidado. El café calentito de la mañana, es autocuidado. El elegir lo que me voy a poner de ropa, o el cómo voy a organizar mi día; limpiar, poner orden, pensar de qué me quiero ocupar hoy y en qué me quiero ocupar. El tiempo con mi marido en la tarde noche, hacer una cena rica, hacer palomitas para ver una película. Todo es lo mismo, todo es amor y es auto cuidado, para mí, para mí mundo y para quien está conmigo. Pequeñas cosas elegidas que son muchas y que sencillamente me hacen no sé si mejor (no quiero la presión de ser mejor comparada con algo), pero sí feliz. Sólo sé que de eso quiero que se trate todo. De ese modo, pase lo que pase, yo estoy bien.