Abholos
Usuario poco activo
Hola gente, estoy aquí para desahogarme de todos esos pensamientos que he venido cargando conforme he crecido. Desde siempre he vivido más en mi mente que en la misma realidad (poco a poco verán porque). Tengo la idea de que si saco de uno en uno todos esos pensamientos que he tenido a lo largo de mi vida podré disfrutar más de la vida misma pues siempre estoy inmerso en estos pensamientos. Les dejo mi primer pensamiento reflexión, ocurría cuando tenia entre 13 y 14 años. Me cuestionaba mi existencia y mi moral.
Recostado en mi habitación un viernes por la noche, mientras la luna iluminaba parcialmente mi cama, recordaba un programa en el que se hablaban de varios temas. Una cierta noche, el presentador habló acerca del fin del mundo y las posibles causas que nos podrían llevar a ese escenario. Comenzó por describir el Big Bang y poco a poco fue desarrollando la historia del universo hasta llegar a la humanidad actual.
En mi pensamiento estaba el mundo atómico. A pesar de mi corta edad y conocimientos acerca de la física moderna, yo sabía por investigaciones propias que estábamos rodeados de materia que a simple vista no se ve, que se sabe de ella por resultados teóricos. Reflexionaba acerca de mi existencia misma y de la humanidad. Poco creía en el evento celestial del Big Bang, pues si es un proceso que, se dice, ha sucedido varias veces; en primera instancia me preguntaba: ¿De dónde ocurrió la primera materia? Al ser un cúmulo denso de materia implosionado en sí misma de tal manera que deformó el espacio-tiempo para que pudiera dar inicio de nuevo a esa gran explosión y así comenzar de nuevo a expandirse a sí misma.
Las casualidades y probabilidades de que el choque de materia incandescente nos llevaran hasta ese momento en donde yo me encontraba recostado se me hacían un desperdicio de la existencia misma. Analizaba los hechos que en aquel entonces ocurrían, hechos que en nada han cambiado al día de hoy; me refiero a las guerras, incendios, contaminación, la deshumanización misma de las personas y los trastornos que por alguna razón están en nuestra naturaleza como humanos. Todas esas aberraciones que a mi inmadura existencia le causaban dolor, no podía dejar de ver imágenes en mi cabeza de las atrocidades que ocurrían en cada momento. Sabía y sé que hay cosas malas que les ocurren a las personas por el mero hecho de existir, pero aún sabiendo eso, me resultaba increíble saber que había (y hay) personas que se dedican a hacer el mal. Esas personas no tiemblan al matar a otras, al causar daño a los animales, a contaminar o a lastimarse a sí mismos. ¿En qué momento el hombre concibió el odio? No podía encontrar una explicación lógica.
Mi mente comenzaba a imaginar mi estructura atómica. Después me visualicé a mí mismo acostado, mi habitación, mi casa, la cuadra donde vivía, mi barrio, mi colonia, mi estado, mi país, el mundo entero, el sistema solar, la galaxia, el universo mismo... ¿Qué sentido tiene la vida? Afuera, igual que adentro, no hay nada; somos vacío con conciencia de sí mismo.
Recostado en mi habitación un viernes por la noche, mientras la luna iluminaba parcialmente mi cama, recordaba un programa en el que se hablaban de varios temas. Una cierta noche, el presentador habló acerca del fin del mundo y las posibles causas que nos podrían llevar a ese escenario. Comenzó por describir el Big Bang y poco a poco fue desarrollando la historia del universo hasta llegar a la humanidad actual.
En mi pensamiento estaba el mundo atómico. A pesar de mi corta edad y conocimientos acerca de la física moderna, yo sabía por investigaciones propias que estábamos rodeados de materia que a simple vista no se ve, que se sabe de ella por resultados teóricos. Reflexionaba acerca de mi existencia misma y de la humanidad. Poco creía en el evento celestial del Big Bang, pues si es un proceso que, se dice, ha sucedido varias veces; en primera instancia me preguntaba: ¿De dónde ocurrió la primera materia? Al ser un cúmulo denso de materia implosionado en sí misma de tal manera que deformó el espacio-tiempo para que pudiera dar inicio de nuevo a esa gran explosión y así comenzar de nuevo a expandirse a sí misma.
Las casualidades y probabilidades de que el choque de materia incandescente nos llevaran hasta ese momento en donde yo me encontraba recostado se me hacían un desperdicio de la existencia misma. Analizaba los hechos que en aquel entonces ocurrían, hechos que en nada han cambiado al día de hoy; me refiero a las guerras, incendios, contaminación, la deshumanización misma de las personas y los trastornos que por alguna razón están en nuestra naturaleza como humanos. Todas esas aberraciones que a mi inmadura existencia le causaban dolor, no podía dejar de ver imágenes en mi cabeza de las atrocidades que ocurrían en cada momento. Sabía y sé que hay cosas malas que les ocurren a las personas por el mero hecho de existir, pero aún sabiendo eso, me resultaba increíble saber que había (y hay) personas que se dedican a hacer el mal. Esas personas no tiemblan al matar a otras, al causar daño a los animales, a contaminar o a lastimarse a sí mismos. ¿En qué momento el hombre concibió el odio? No podía encontrar una explicación lógica.
Mi mente comenzaba a imaginar mi estructura atómica. Después me visualicé a mí mismo acostado, mi habitación, mi casa, la cuadra donde vivía, mi barrio, mi colonia, mi estado, mi país, el mundo entero, el sistema solar, la galaxia, el universo mismo... ¿Qué sentido tiene la vida? Afuera, igual que adentro, no hay nada; somos vacío con conciencia de sí mismo.