Duathor
Usuario veterano

Me resulta irónico recordarme a mí misma de joven hablar de la locura como si fuera algo malo, como algo que hay que evitar a toda costa, como si fuese una enfermedad contagiosa además de peligrosa. ¿Hoy? Hoy sé que la vida, o mejor dicho, las diferentes situaciones que he tenido que vivir, muchas de ellas complicadas y duras, han ido alimentando a un monstruo que, ahora, vive su mejor momento. Ha conquistado mi cerebro, mi sentido común, mi raciocinio. El instinto de supervivencia hace lo que puede por mantener el corazón latiendo; la ansiedad me alerta constantemente del peligro. Un peligro que se podría pensar que es irreal, ya que nadie me está apuntando con una pistola, pero ¿sabes? no importa, porque la amenaza, el peligro, está dentro de mí.
Son mis actos los que hacen daño a mi cuerpo, pero esos actos se llevan a cabo por decisiones que toma el monstruo. Mi instinto sabe bien que tiene que hacer lo que sea para pararle los pies, para poder seguir adelante, pero se debilita con cada día que pasa, ya que no soy tan paciente como creía ser, ni creo tener la fortaleza que necesito para ganar esta guerra interna. Y no, no me siento víctima, algo que puede sonar un tanto extraño, pero lo que se puede confundir con victimismo, yo lo llamo consecuencias de haber estado en batallas que me dejaron sin nada. Lo que podría pasar por victimismo, en realidad son heridas de la infancia, traumas del pasado, o como lo quieras llamar.
Y no, tampoco pretendo llamar la atención. Esto no es una llamada de atención. Esto es simplemente un intento de distanciarme de ese monstruo. No sabes cuánto lo necesito... Si los estados de ánimo se pudieran elegir, créeme que hace mucho tiempo que ya no estaría en esta situación. Pero no se puede cambiar el pasado. Me lo han dicho montones de veces. ¿Qué se creen, que no lo sé? ¿Por qué se piensan que estoy así, si no?
No puedo cambiar nada de lo que pasó, pero necesito aprender a mirarlo con otros ojos. Necesito aprender a ser compasiva conmigo misma, con la niña y con la adolescente que fui, con la adulta que soy ahora. Pero, no puedo hacer algo que duele tanto aún. ¿Que lo deje atrás? Joder, ya lo intenté durante años y me ha terminado explotando en la cara, haciendo tambalear el pasado sí, pero también mi presente.
Que me vaya de viaje, que cambie de aires. Es un buen consejo, pero ¿de verdad se cree que puedo disfrutar cuando tengo la cabeza llena de recuerdos que duelen tanto, de un pasado que siempre que puede se cuela en el presente?
Y ahora llega Navidad. Odio la Navidad. No me gusta nada eso de que haya que estar felices, con una sonrisa en la cara. Yo no puedo... Ha sido un año muy duro y muy difícil, y sospecho que lo que siento no se va a ir de vacaciones el 24 de diciembre porque el monstruo no quiere marcharse.
Mónica Sánchez (Duathor)