Ryushu
Usuario poco activo
Mi nombre es Ryushu. Tengo 46 años. Actualmente estoy viviendo en Uruguay; los últimos tres años estuve viviendo fuera del país. Tomo Sertralina desde los 16 años, cuando aparecieron los primeros síntomas de lo que podía entenderse como depresión. En algún momento, entre 1999 y 2001, mi médico de entonces me recetó, además, litio. Y fue en ese entonces cuando fui diagnosticado con trastorno límite de la personalidad.
Durante esos años abusé del alcohol y la cocaína, especialmente de la cocaína. Tuve una internación psiquiátrica en 2001. Luego de la internación me provoqué varias autolesiones, principalmente en los brazos. Tuve varios problemas de salud, problemas intestinales y hormonales. En 2005 dejé de fumar. Fumaba tres cajas por día. No fue fácil dejar. También dejé de tomar cocaína. Eso fue más fácil dejar. En 2006, meses después del fallecimiento de mi hermano menor, me detectaron hipotiroidismo, más específicamente: tiroiditis de Hashimoto. El tratamiento funcionó maravillosamente y los cambios en mi estado de ánimo se hicieron notables. Sin embargo, cada tanto, la depresión, la ira y la sensación de vacío reaparecían.
Siempre fui muy deportista, aunque durante varios años me mantuve alejado de la actividad física. Retorné en ese entonces, volví a jugar al fútbol, me reenganché a la práctica del aikido y empecé tai chi. También realicé Meditación Trascendental. Practiqué zazen, la meditación zen, y me sumergí en el estudio y la práctica de esa filosofía. Por momentos todo parecía ir bastante en orden. Mi salud física fue cada vez mejor. Sin embargo, por lo general después de una ruptura amorosa, caía en picada. A su vez, la relación con mi trabajo era demasiado conflictiva: pasaba del amor al odio como si nada. Llegué a detestar mi trabajo. Renuncié varias veces. También abandoné la universidad, volví, y luego abandoné de nuevo. Es de lo que más me arrepiento en mi vida. Hice otros cursos, que también abandoné.
Entre 2012 y 2015, después de varias recaídas, consulté a diferentes profesionales de la salud mental. Algo no funcionaba. Intentamos probar con otros medicamentos. Recuerdo que por un tiempo probamos con Venlafaxina, pero no me fue bien. También tomé en ese entonces Seroquel. Luego vi otros médicos que me prescribieron otros medicamentos. Durante un lapso prolongado estuve tomando de manera simultánea Sertralina, Topiramato, Activigil, Quetiapina, Lorazepam y Risperidona.
En 2018, buscando profundizar en la práctica budista, me fui a vivir seis meses a un monasterio zen en España. Me cambió la vida. Aunque, incluso allí, tuve dos explosiones de ira. Volví a Uruguay. Al año siguiente, después de un largo y costoso tratamiento para solucionar mis problemas intestinales, logré cierta estabilidad en ese aspecto (estuve mal diagnosticado durante seis años, tomando medicamentos antitumorales, inmunosupresores y una cantidad insufrible de cortisona). En 2021, agobiado por el trabajo, odiándolo y odiándome a mí mismo, y tras la ruptura de una relación muy breve, tuve otro intento de autoeliminación y estuve en coma durante una semana. La recuperación fue muy dura, la más difícil.
Volví a la práctica del zen. Y cuando logré sentirme recuperado dejé mi trabajo y me fui a vivir a un templo zen en San Francisco, California, donde recibí la ordenación laica. Volví de allí hace unos meses aquejado de gastritis y depresión. Quien era mi novia quedó allá, en San Francisco, y hace muy poco terminamos la relación. Tuve explosiones de ira con ella. Le hablé mal. La lastimé con las palabras.
Ahora estoy en Uruguay, sin trabajo, viviendo en casa de una amiga, sintiéndome fatal. Siento deseos de matarme, luego quiero ponerme a trabajar, luego quiero retomar mi rutina de ejercicios, luego quiero escribirle a ella y pedirle perdón, sabiendo que la relación está rota pero con la intención de expresar mis sinceras disculpas, luego proyecto ideas y planes y todo parece posible y tengo entusiasmo y curiosidad por la vida y por el mundo y leo mucho sobre temas que despiertan pasión y me hacen vibrar y luego quiero matarme y analizo los métodos para hacerlo y así todo el tiempo, desde que me levanto. En una hora puedo experimentar una desolación absoluta, una tristeza infinita y la certeza de que no tengo futuro, para luego hacer una breve meditación, ejercicios de yoga, escuchar música, y al rato sentir que nada tiene sentido y pensar en las opciones que tengo para matarme y luego sentir desesperación, ira y frustración. Lo único constante es que siempre quiero morirme cuando me despierto en la mañana.
Ayer encontré este foro. Y ayer encontré que existe DBT Uruguay, un grupo de profesionales que se dedica específicamente al tratamiento del TLP por medio de la Terapia Dialéctico Comportamental: dbturuguay.com.uy. Me puse en contacto vía correo electrónico. Todavía no he recibido respuestas. Estas fechas no son las mejores para hacer trámites, al menos así siento que pasa en Uruguay. Hoy volveré a contactarme, esta vez por teléfono.
Durante esos años abusé del alcohol y la cocaína, especialmente de la cocaína. Tuve una internación psiquiátrica en 2001. Luego de la internación me provoqué varias autolesiones, principalmente en los brazos. Tuve varios problemas de salud, problemas intestinales y hormonales. En 2005 dejé de fumar. Fumaba tres cajas por día. No fue fácil dejar. También dejé de tomar cocaína. Eso fue más fácil dejar. En 2006, meses después del fallecimiento de mi hermano menor, me detectaron hipotiroidismo, más específicamente: tiroiditis de Hashimoto. El tratamiento funcionó maravillosamente y los cambios en mi estado de ánimo se hicieron notables. Sin embargo, cada tanto, la depresión, la ira y la sensación de vacío reaparecían.
Siempre fui muy deportista, aunque durante varios años me mantuve alejado de la actividad física. Retorné en ese entonces, volví a jugar al fútbol, me reenganché a la práctica del aikido y empecé tai chi. También realicé Meditación Trascendental. Practiqué zazen, la meditación zen, y me sumergí en el estudio y la práctica de esa filosofía. Por momentos todo parecía ir bastante en orden. Mi salud física fue cada vez mejor. Sin embargo, por lo general después de una ruptura amorosa, caía en picada. A su vez, la relación con mi trabajo era demasiado conflictiva: pasaba del amor al odio como si nada. Llegué a detestar mi trabajo. Renuncié varias veces. También abandoné la universidad, volví, y luego abandoné de nuevo. Es de lo que más me arrepiento en mi vida. Hice otros cursos, que también abandoné.
Entre 2012 y 2015, después de varias recaídas, consulté a diferentes profesionales de la salud mental. Algo no funcionaba. Intentamos probar con otros medicamentos. Recuerdo que por un tiempo probamos con Venlafaxina, pero no me fue bien. También tomé en ese entonces Seroquel. Luego vi otros médicos que me prescribieron otros medicamentos. Durante un lapso prolongado estuve tomando de manera simultánea Sertralina, Topiramato, Activigil, Quetiapina, Lorazepam y Risperidona.
En 2018, buscando profundizar en la práctica budista, me fui a vivir seis meses a un monasterio zen en España. Me cambió la vida. Aunque, incluso allí, tuve dos explosiones de ira. Volví a Uruguay. Al año siguiente, después de un largo y costoso tratamiento para solucionar mis problemas intestinales, logré cierta estabilidad en ese aspecto (estuve mal diagnosticado durante seis años, tomando medicamentos antitumorales, inmunosupresores y una cantidad insufrible de cortisona). En 2021, agobiado por el trabajo, odiándolo y odiándome a mí mismo, y tras la ruptura de una relación muy breve, tuve otro intento de autoeliminación y estuve en coma durante una semana. La recuperación fue muy dura, la más difícil.
Volví a la práctica del zen. Y cuando logré sentirme recuperado dejé mi trabajo y me fui a vivir a un templo zen en San Francisco, California, donde recibí la ordenación laica. Volví de allí hace unos meses aquejado de gastritis y depresión. Quien era mi novia quedó allá, en San Francisco, y hace muy poco terminamos la relación. Tuve explosiones de ira con ella. Le hablé mal. La lastimé con las palabras.
Ahora estoy en Uruguay, sin trabajo, viviendo en casa de una amiga, sintiéndome fatal. Siento deseos de matarme, luego quiero ponerme a trabajar, luego quiero retomar mi rutina de ejercicios, luego quiero escribirle a ella y pedirle perdón, sabiendo que la relación está rota pero con la intención de expresar mis sinceras disculpas, luego proyecto ideas y planes y todo parece posible y tengo entusiasmo y curiosidad por la vida y por el mundo y leo mucho sobre temas que despiertan pasión y me hacen vibrar y luego quiero matarme y analizo los métodos para hacerlo y así todo el tiempo, desde que me levanto. En una hora puedo experimentar una desolación absoluta, una tristeza infinita y la certeza de que no tengo futuro, para luego hacer una breve meditación, ejercicios de yoga, escuchar música, y al rato sentir que nada tiene sentido y pensar en las opciones que tengo para matarme y luego sentir desesperación, ira y frustración. Lo único constante es que siempre quiero morirme cuando me despierto en la mañana.
Ayer encontré este foro. Y ayer encontré que existe DBT Uruguay, un grupo de profesionales que se dedica específicamente al tratamiento del TLP por medio de la Terapia Dialéctico Comportamental: dbturuguay.com.uy. Me puse en contacto vía correo electrónico. Todavía no he recibido respuestas. Estas fechas no son las mejores para hacer trámites, al menos así siento que pasa en Uruguay. Hoy volveré a contactarme, esta vez por teléfono.