Me gusta mucho el tema que habéis planteado. Es uno de escollos más vivos, una de las heridas más abiertas. Estoy de acuerdo con que no se puede ir diciendo a todo el mundo la enfermedad que tenemos. Primero porque si lo que pretendemos es encontrar compasión vamos listos!!! Nos van a aislar y eso nos va a hacer sentir peor. Pero sí que podemos expresar a los demás cómo somos sin mencionar la enfermedad: nuestra vulnerabilidad, nuestra hipersensibilidad,... es una forma de protegernos sin tener que decir que somos enfermos mentales. Luego es necesario, con la ayuda de la terapia, analizar cuáles son nuestras necesidades afectivas y cómo lograrlas de forma sana. Yo, por ejemplo, siempre he hablado de más, creyendo que la gente es buena y que todo lo entendería, ¡Craso error! Me han dado esquinazo. Por eso ahora no lo hago pero tampoco oculto lo que soy y quien me quiera y me valore que lo haga con todo, lo bueno y lo malo, nosotros también hacemos lo mismo con la gente aparentemente sana. Lo que más me cuesta es sentir que tengo que fingir y ser otra cuando mi interior grita por ser escuchado; tengo que inhibir el llanto; mostrarme equilibrada cuando mi interior es un caos; ir a sitios que me invitan sin ganas para no sentirme un bicho raro y que dejen de llamarme y mi soledad sea mayor si cabe. En fin, que siento a veces que estoy interpretando un papel que no soy yo. Pero eso también nos ayuda a que no nos etiqueten y a superar los miedos. Es muy difícil, lo sé, pero yo lo hago. Trato de ser sincera en la medida que puedo, no soy superwoman ni lo pretendo, pero me protejo y dejo que los demás sepan de mi sólo lo que yo quiero que sepan. Esto me ha costado mucho aprenderlo, no es fácil, como os digo pero ayuda.