Z
Zaira
La resistencia al cambio y el apego a lo conocido son obstáculos para lograr lo que queremos en la vida. Vence tus temores y conquista lo que deseas.
La dificultad para avanzar en la vida o modificar en ella lo que no nos hace bien es la suma de varios factores: la resistencia al cambio, el apego a lo conocido y la inseguridad de no contar con las habilidades necesarias para enfrentar nuevos desafíos.
No animarse a los cambios o resistirse a ellos conduce a las personas a mantenerse pasivos ante situaciones de su vida que ya no les generan satisfacción. Así por ejemplo, son muchas las personas que permanecen por largo tiempo en relaciones de pareja que ya no les generan satisfacción, sosteniendo el vínculo cuando de sobra saben que se terminó el amor.
No son pocos los jóvenes que terminan una carrera que en algún momento iniciaron convencidos de su elección y que luego de permanecer un tiempo en ella, advierten que no fue una decisión acertada. Sin embargo, aun así priorizan el concluirla por encima del deseo de darse la oportunidad de volver a elegir.
También el caso de adultos que hace años van a la misma oficina y permanecen allí durante horas enajenados con su trabajo sin sentirse gratificados con lo que hacen.
Se podrían enumerar una lista de cientos de circunstancias en las cuales las personas eligen “acomodarse” en lugar de sentirse “cómodas” con su vida y sus elecciones. Distintas situaciones, un mismo denominador: el temor a lo desconocido.
Cuando estas circunstancias son transitadas con insatisfacción y no se la reconoce, por el contrario, se la perpetúa en el tiempo, surgen emociones negativas tales como angustia, frustración, desmotivación, falta de energía, apatía, pesimismo, enojo, irritación y culpa, que expresan en realidad una disconformidad con la propia
El “mal-estar” indica que se está atravesando una crisis personal y demanda cambios trascendentes en quien lo experimenta. Es esta una oportunidad para preguntarse: ¿qué modificaciones necesito hacer en mi vida para sentirme a gusto con ella? Para encontrar las respuestas es fundamental vencer el miedo al cambio y desapegarse de lo conocido.
Cómo superar el miedo al cambio
Un paso fundamental es reconocer el miedo y aceptarlo, es natural que si se enfrenta una situación desconocida se experimente ansiedad, desconcierto e incertidumbre. La clave no está en evitar el temor sino en aprender a manejarlo, es decir mantenerlo en niveles que no inhiban la acción. De esta manera, lejos de ser un enemigo, el miedo se convierte en un aliado que permite evaluar los riesgos en la toma de decisiones, medir las consecuencias de los actos y evitar acciones impulsivas.
La Real Academia Española define la acción de cambiar como: “dejar una cosa o situación para tomar otra”, “convertir o mudar algo en otra cosa”. Esta acepción del término cambio, enfatiza en la ganancia sobrevenida luego de asumir el desafío de soltar lo seguro y conocido. Es esta la mirada óptima para dejar de emparentar la idea de cambio con la pérdida.
Si bien hay una renuncia al momento de decidir por algo diferente a lo que se tiene o se vive, hay una ganancia positiva que compensa lo que queda por fuera de esa elección. Así se aparta otro de los obstáculos psicológicos (miedo a la pérdida) que dificultan y muchas veces impiden animarse a soltar lo que en la vida ya no se desea o tuvo fecha de vencimiento.
Es salud emocional animarse a cerrar etapas, abandonar lugares, desapegarse de personas que ya no nos dan la sensación de bienestar buscada.
El reconocido escritor Paulo Coelho en uno de sus escritos así lo expresa “Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa en la vida…Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Es importante poder cerrar puertas, capítulos y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando” (Cerrando Círculos).
Claves Para Enfrentar los Cambios
Identifica el problema: reconoce aquella/s situación/es que te generan malestar. No caigas en generalizaciones negativas respecto de tu vida. Así como algunas cosas no andan bien, seguramente otras sí y las seguirías eligiendo.
Serénate: maneja tu ansiedad para que puedas reflexionar alternativas con lucidez y claridad de ideas.
Evita la culpa: no te recrimines por lo que podrías hacer y no hiciste o el tiempo que pasó, el enojo con uno mismo solo deteriora tu autoestima en lugar de mejorar tus posibilidades.
No asumas el lugar de víctima: reconoce tu parte de responsabilidad, toma las riendas y ponte en el lugar de “protagonista” de tu vida.
Focalízate en las consecuencias positivas del cambio: visualiza la situación deseada, el trabajo que te gustaría conseguir, la pareja que te gustaría tener o lo que podrías hacer con tu tiempo si decides estar sin pareja, cómo te sentirías estudiando aquello que te gusta, es decir, consiguiendo lo que hoy te parece lejano. Así pondrás tus energías en acercarte a ello y no en lamentarte por no tenerlo o vivirlo.
Reconoce tus recursos personales: identifica las herramientas con las que cuentas para enfrentar el desafío. Seguramente son más de las que tus miedos te permiten ver.
Asume riesgos medidos: si decides hacer cambios radicales, te generará demasiada incertidumbre. Empieza por partes y haz pequeños cambios que te comprueben que no es tan difícil como lo pensabas. Esto aumentará la confianza en vos mismo que te ayudará a lograr cambios más trascendentes.
Acciona: luego de reflexionar, no caigas en un mar de dudas, deja de pensar, suponer, especular, calcular y comienza a dar pasos concretos hacia lo que deseas.
Asume el protagonismo de tu vida
La responsabilidad de encaminar la vida hacia donde se desea es una tarea personal e intransferible, depende en gran parte de animarse a transitar nuevos horizontes y asumir el desafío de lo bueno por descubrir. Lo fundamental es disponerse frente al cambio, en lugar de huirle. Toma las riendas de tu vida y afronta el riesgo.
Corina Valdano - Psicóloga
La dificultad para avanzar en la vida o modificar en ella lo que no nos hace bien es la suma de varios factores: la resistencia al cambio, el apego a lo conocido y la inseguridad de no contar con las habilidades necesarias para enfrentar nuevos desafíos.
No animarse a los cambios o resistirse a ellos conduce a las personas a mantenerse pasivos ante situaciones de su vida que ya no les generan satisfacción. Así por ejemplo, son muchas las personas que permanecen por largo tiempo en relaciones de pareja que ya no les generan satisfacción, sosteniendo el vínculo cuando de sobra saben que se terminó el amor.
No son pocos los jóvenes que terminan una carrera que en algún momento iniciaron convencidos de su elección y que luego de permanecer un tiempo en ella, advierten que no fue una decisión acertada. Sin embargo, aun así priorizan el concluirla por encima del deseo de darse la oportunidad de volver a elegir.
También el caso de adultos que hace años van a la misma oficina y permanecen allí durante horas enajenados con su trabajo sin sentirse gratificados con lo que hacen.
Se podrían enumerar una lista de cientos de circunstancias en las cuales las personas eligen “acomodarse” en lugar de sentirse “cómodas” con su vida y sus elecciones. Distintas situaciones, un mismo denominador: el temor a lo desconocido.
Cuando estas circunstancias son transitadas con insatisfacción y no se la reconoce, por el contrario, se la perpetúa en el tiempo, surgen emociones negativas tales como angustia, frustración, desmotivación, falta de energía, apatía, pesimismo, enojo, irritación y culpa, que expresan en realidad una disconformidad con la propia
El “mal-estar” indica que se está atravesando una crisis personal y demanda cambios trascendentes en quien lo experimenta. Es esta una oportunidad para preguntarse: ¿qué modificaciones necesito hacer en mi vida para sentirme a gusto con ella? Para encontrar las respuestas es fundamental vencer el miedo al cambio y desapegarse de lo conocido.
Cómo superar el miedo al cambio
Un paso fundamental es reconocer el miedo y aceptarlo, es natural que si se enfrenta una situación desconocida se experimente ansiedad, desconcierto e incertidumbre. La clave no está en evitar el temor sino en aprender a manejarlo, es decir mantenerlo en niveles que no inhiban la acción. De esta manera, lejos de ser un enemigo, el miedo se convierte en un aliado que permite evaluar los riesgos en la toma de decisiones, medir las consecuencias de los actos y evitar acciones impulsivas.
La Real Academia Española define la acción de cambiar como: “dejar una cosa o situación para tomar otra”, “convertir o mudar algo en otra cosa”. Esta acepción del término cambio, enfatiza en la ganancia sobrevenida luego de asumir el desafío de soltar lo seguro y conocido. Es esta la mirada óptima para dejar de emparentar la idea de cambio con la pérdida.
Si bien hay una renuncia al momento de decidir por algo diferente a lo que se tiene o se vive, hay una ganancia positiva que compensa lo que queda por fuera de esa elección. Así se aparta otro de los obstáculos psicológicos (miedo a la pérdida) que dificultan y muchas veces impiden animarse a soltar lo que en la vida ya no se desea o tuvo fecha de vencimiento.
Es salud emocional animarse a cerrar etapas, abandonar lugares, desapegarse de personas que ya no nos dan la sensación de bienestar buscada.
El reconocido escritor Paulo Coelho en uno de sus escritos así lo expresa “Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa en la vida…Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Es importante poder cerrar puertas, capítulos y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando” (Cerrando Círculos).
Claves Para Enfrentar los Cambios
Identifica el problema: reconoce aquella/s situación/es que te generan malestar. No caigas en generalizaciones negativas respecto de tu vida. Así como algunas cosas no andan bien, seguramente otras sí y las seguirías eligiendo.
Serénate: maneja tu ansiedad para que puedas reflexionar alternativas con lucidez y claridad de ideas.
Evita la culpa: no te recrimines por lo que podrías hacer y no hiciste o el tiempo que pasó, el enojo con uno mismo solo deteriora tu autoestima en lugar de mejorar tus posibilidades.
No asumas el lugar de víctima: reconoce tu parte de responsabilidad, toma las riendas y ponte en el lugar de “protagonista” de tu vida.
Focalízate en las consecuencias positivas del cambio: visualiza la situación deseada, el trabajo que te gustaría conseguir, la pareja que te gustaría tener o lo que podrías hacer con tu tiempo si decides estar sin pareja, cómo te sentirías estudiando aquello que te gusta, es decir, consiguiendo lo que hoy te parece lejano. Así pondrás tus energías en acercarte a ello y no en lamentarte por no tenerlo o vivirlo.
Reconoce tus recursos personales: identifica las herramientas con las que cuentas para enfrentar el desafío. Seguramente son más de las que tus miedos te permiten ver.
Asume riesgos medidos: si decides hacer cambios radicales, te generará demasiada incertidumbre. Empieza por partes y haz pequeños cambios que te comprueben que no es tan difícil como lo pensabas. Esto aumentará la confianza en vos mismo que te ayudará a lograr cambios más trascendentes.
Acciona: luego de reflexionar, no caigas en un mar de dudas, deja de pensar, suponer, especular, calcular y comienza a dar pasos concretos hacia lo que deseas.
Asume el protagonismo de tu vida
La responsabilidad de encaminar la vida hacia donde se desea es una tarea personal e intransferible, depende en gran parte de animarse a transitar nuevos horizontes y asumir el desafío de lo bueno por descubrir. Lo fundamental es disponerse frente al cambio, en lugar de huirle. Toma las riendas de tu vida y afronta el riesgo.
Corina Valdano - Psicóloga