W
Whoareyou
Ahora me paso unos meses metido en la cama, a piñón. Ahora me despabilo y me pongo a montar mi portentoso estudio de producción musical. Unas veces débil, pusilánime, abúlico. Otras lleno de energía, complacencia y seguridad.
Siempre asustado.
Cuando tuerzo el rumbo, miedo a perderme para siempre. Temo por mi vida, quizás de lo que sea capaz de urdir -no necesariamente inconsciente. Duele que la acompasada sucesión de días sea homogéneamente vacía, anodina. Y que ésos, los perdidos, no se pueden recuperar. Son sólo eso, descartes, trozos que no he sabido vivir o no he tenido coraje para enfrentar. Como sea, fluyen por el alcantarillado. Maldito yo, maldito.
Cuando camino sin pisar el suelo, sobrevolando la línea del narcisismo, poseído por el histrión que me habita, siento miedo. Cuando quiero estar solo porque nadie me merece, porque soy rico allá, en el mundo de las ideas y, por si fuera poco, lo demuestro con hechos. Me asusto. No me gusta tu rollo, no me gusta ese chungo yo. ¿No te estarás convirtiendo en un asqueroso fascista?
Fíjate, al último amigo le hiciste una cara nueva. Claro que él te puso, con muy mala leche, en dolorosa evidencia. Después de utilizarte para reparar su ordenador, su equipo de música y su maldito retrete, esperabas más deferencia. Ay, tú y tu asquerosa distorsión de la percepción... ¿quién te ha hecho creer que la vida tiene que ser justa?
La vida es sólo vida, las excusas suelen ser mentiras y la amistad tiene que ser otra cosa. No sé cómo carajos te las compones para encontrar los límites de las personas. Siempre te has visto en las mismas: "contigo hasta aquí" y todos tienen esos límites, hasta donde los incomodas, los limitas, les impides celebrar sus asquerosas liturgias, ser fieles a sus dogmas. Eso no es así, eres un cabronazo.
Pero claro, si consigues volver a incorporarte, reincidirás. ¡Por todo lo alto! Te entregarás al amor, a la amistad, a la filantropía... y a lo mejor a buscar a diosle, a combatir el hambre en el mundo y, ¿por qué no? luchar por la paz universal. Lo que yo te diga, un gilipollas.
Siempre asustado.
Cuando tuerzo el rumbo, miedo a perderme para siempre. Temo por mi vida, quizás de lo que sea capaz de urdir -no necesariamente inconsciente. Duele que la acompasada sucesión de días sea homogéneamente vacía, anodina. Y que ésos, los perdidos, no se pueden recuperar. Son sólo eso, descartes, trozos que no he sabido vivir o no he tenido coraje para enfrentar. Como sea, fluyen por el alcantarillado. Maldito yo, maldito.
Cuando camino sin pisar el suelo, sobrevolando la línea del narcisismo, poseído por el histrión que me habita, siento miedo. Cuando quiero estar solo porque nadie me merece, porque soy rico allá, en el mundo de las ideas y, por si fuera poco, lo demuestro con hechos. Me asusto. No me gusta tu rollo, no me gusta ese chungo yo. ¿No te estarás convirtiendo en un asqueroso fascista?
Fíjate, al último amigo le hiciste una cara nueva. Claro que él te puso, con muy mala leche, en dolorosa evidencia. Después de utilizarte para reparar su ordenador, su equipo de música y su maldito retrete, esperabas más deferencia. Ay, tú y tu asquerosa distorsión de la percepción... ¿quién te ha hecho creer que la vida tiene que ser justa?
La vida es sólo vida, las excusas suelen ser mentiras y la amistad tiene que ser otra cosa. No sé cómo carajos te las compones para encontrar los límites de las personas. Siempre te has visto en las mismas: "contigo hasta aquí" y todos tienen esos límites, hasta donde los incomodas, los limitas, les impides celebrar sus asquerosas liturgias, ser fieles a sus dogmas. Eso no es así, eres un cabronazo.
Pero claro, si consigues volver a incorporarte, reincidirás. ¡Por todo lo alto! Te entregarás al amor, a la amistad, a la filantropía... y a lo mejor a buscar a diosle, a combatir el hambre en el mundo y, ¿por qué no? luchar por la paz universal. Lo que yo te diga, un gilipollas.