Virginia 42
Usuario veterano
Procedo a plasmar aquí una de las cadenas mías de pensamiento limitante que, en su momento, me llevó a construir una realidad vital disociada de lo que yo quería y necesitaba en mi vida. Este post es parte del trabajo personal mío, que comparto por si acaso pudiera servirle a alguien más.
El pensamiento construye creencia, y por lo tanto manifiesta realidad. El “problema” muchas veces es la “realidad” no deseable que ya tenemos manifestada en nuestra vida porque la construimos, sin darnos cuenta, hace mucho tiempo.
-PUNTO DE PARTIDA.
Voy a tomar como punto de partida una situación actual: un problema que voy a aislar como algo desagradable, algo percibido en la superficie como generador de sufrimiento. Un “problema” que está, por así decirlo, situado en el límite del consciente y el subconsciente, porque, precisamente por dolor, yo misma estoy enterrándolo y huyendo de ser consciente de él (y del pensamiento profundo asociado a él, que trae esa carga de dolor importante).
Mi problema que voy a aislar va a ser:
“DESORDEN”.
Definiendo el problema:
“Desorden”. Desorden molesto en mi vida. Habitación desordenada. Hábitos desordenados. Casa desordenada. Vínculos “desordenados”.
Desorden en mi casa. Desorden en mi mente. Desorden en mi cuerpo.
Desorden en mi hogar.
Este es el punto de partida que soy capaz de percibir en la superficie: DESORDEN EN MI HOGAR. Se podría articular también como “no soy capaz de mantener el orden en mi hogar/en mi vida”, pero eso ya presupondría una condena de inicio, porque lo cierto es que yo no puedo saber si realmente soy capaz. (*Y por supuesto que no tiene que ver con capacidad esto, de modo que sí, soy capaz, aunque no pueda verlo).
CONFLICTO REAL.
Si este problema me está trayendo sufrimiento a mi vida, es porque necesito orden en mi vida (pero quizá a la vez NO LO QUIERO).
Así que por aquí debajo lo que hay es un conflicto, una CONTRADICCION. Que podría articularse como:
Conflicto real: Necesidad de orden/intolerancia al orden al mismo tiempo.
PENSAMIENTO INFANTIL (en la infancia): Origen del conflicto. Trauma?
¿Cómo me relacionaba yo con el orden en la infancia?
Repasando los archivos de memoria de corazón infantil, puedo recordar una etapa de placer en el orden. Juguetes que yo misma ordenaba y disfrutaba recogiendo después de jugar sin que nadie me dijera nada. Padre amoroso. Madre amorosa, aunque más distante. Hogar armonioso.
¿Y qué pasó en este hogar armonioso? ¿Qué pasó con el padre amoroso? ¿Qué pasó con la madre amorosa?
El padre amoroso, en lo que yo de niña percibí “de la noche a la mañana”, se volcó en alcohol. Fue como ser testigo de la transformación de Jeckyll a Hyde sin aviso previo, en cuestión de “segundos”, sin saber cómo un dador de amor incondicional se convierte en un monstruo. El padre amoroso desaparece. El “monstruo” que hay en su lugar agrede, ataca, verbal y físicamente. La niña (yo) tiene siete o seis años. La familia es amenazada de forma real y no imaginada (a punta de pistola concretamente, porque el padre amoroso tiene licencia de armas y posee un arma de fuego). La niña conoce el terror a que el monstruo que había sido el padre puede matar. Puede matar a la madre, puede matar a la hermana pequeña, puede matarla a ella.
A ratos el monstruo desaparece y vuelve el padre. La niña nunca sabe cuándo. La madre no habla de esto ni explica nada, sólo está cada vez más distante y “fría”.
La niña no tiene aviso de cuándo el “padre” se volverá “monstruo”; no puede reaccionar ni prepararse, ni defenderse en caso de que “pueda morir”.
La niña no puede saberlo, pero el padre tiene “aventuras con otras mujeres”. Esto causa que la madre esté enferma de odio y de celos. La madre está volcando frustraciones en la niña entre otros blancos. La niña solo percibe el rechazo de la madre y se pregunta qué ha hecho ella para provocarlo.
El hogar armonioso se ha roto. La niña no sabe cuándo el hogar armonioso se va a transformar en el infierno.
La niña vive en ambos. En uno y en otro. A veces las cosas mejoran y ella no sabe por qué; se adapta. Cuando el infierno vuelve, la niña (muere) se adapta. Es agotador. No sabe qué está pasando. No puede poner palabras. La culpable del rechazo materno es ella.
Cuando el padre se transforma en monstruo, el padre insulta a la niña cuando la niña llora o expresa. De este modo, la niña establece una relación de culpa entre la transformación del padre y ella misma. Si el padre ya no está, es porque ella le ha echado. No sabe qué ha hecho. Solo sabe que ha hecho algo horrible y que la causa de la violencia del padre es ella.
La niña tiene que asistir al colegio y cumplir con sus obligaciones. Nadie sabe que el hogar es el infierno algunas veces por culpa de ella (según su razonamiento). Nadie va a escucharla porque ella no va a hablar (no puede). En el colegio “llora por nada” durante muchos años, provocando reacciones de risa, sorpresa o enfado desde otros adultos y niños. El colegio es otro “infierno”. Ademas ella es “lenta” porque escribe los números y las frases al revés (no sabe que lo que le ocurre es que es zurda y que ser zurdo es perfectamente normal).
Pasa el tiempo. En la adolescencia, la “niña” sigue ahí. Se ha adaptado. Escribe con la derecha, ya no escribe al revés. Parece “normal” hasta que se desbarata. La adolescente comienza con ataques de pánico cuando cualquier cosa parece que se va a desestabilizar en su vida, incluso fuera de la familia (donde sea). Le aterra trazar vinculo afectivo, porque todo lo que está construido armoniosamente se puede transformar en el infierno. Siente ira y no sabe por qué. Sigue sin poder hablar.
En esos ataques de pánico la garganta sufre un espasmo y se cierra. Puede respirar, pero no hablar, ni comunicar, ni llorar. Estos ataques son un síntoma (un síntoma de todo lo que está ocurriendo en sus sentimientos, en su pensamiento y en sus emociones), pero ella no lo puede ver así, lo ve como algo erróneo porque no conoce a nadie más que le ocurra esto.
La niña que es ya adolescente lleva muchos años pensando que quiere morir. Lleva muchos años autolesionándose porque al menos de ese modo puede ver la herida no física que tiene dentro. Pero lo que realmente quiere es desaparecer (morir): quiere que todo pare y le gustaría no haber nacido nunca; paradójicamente sigue sintiendo terror a que la “maten”. A los dieciocho años por fin lo intenta ella sola: se toma todas las pastillas (todas) que encuentra en su casa, y casi lo consigue. Es ingresada en un hospital para revertir una acidosis metabólica grave, y después en una institución psiquiátrica donde es abandonada. Digo abandonada porque en ningún momento nadie le avisa de que la van a llevar allí, simplemente la dejan allí, en el hospital psiquiátrico, y se marchan. Luego le traen una maleta con su ropa. No sabe cuánto tiempo va a quedarse ahí, y piensa que perfectamente podría ser de por vida y nunca nadie venir a buscarla.
CONCLUSION TRAS EL TRAUMA:
TODO LO QUE ESTÁ EN ORDEN, PUEDE DESBARATARSE MUY DOLOROSAMENTE.
CONCLUSION PROFUNDA:
“SI VIVO EN EL ORDEN, ESTOY EN RIESGO DE QUE ME MATEN”.
PACTO MENTAL PARA AUTO-PROTECCIÓN:
SI RENUNCIO AL ORDEN, ESTOY A SALVO.
Porque lo que está desordenado ya no puede desordenarse. Porque el infierno ya no puede transformarse en el infierno. Porque solo el hogar armonioso se transforma sin previo aviso en el infierno.
EXPRESION DE LA CADENA DE PENSAMIENTO LIMITANTE:
“Si renuncio al orden en mi hogar (en mi mundo, en mi vida, en mis vínculos, en mis hábitos, en mi cuerpo) estoy a salvo de sufrir un desorden que puede matarme”.
“Si renuncio a la vida, estoy a salvo de que me maten”.
CONSIDERACION IMPORTANTE:
En la mente del niño, el niño muere cuando se rompe el orden. El niño muere cuando se rompe la presencia y el vinculo afectivo con la madre (abandono, rechazo). Esto significa: para el niño-adulto, el riesgo de sufrir una rotura en el orden es un riesgo de muerte.
Esto es real solo para el niño, porque el adulto sabe que ahora, en su vida, una perturbación en el orden cuando construya algo no le pone en peligro de muerte. Pero para el niño, es increíblemente doloroso. Y por causa de este dolor, es que el adulto no quiere pensar en ello. El adulto, lógicamente, no quiere sentir el dolor inmenso del niño.
CONSIDERACION 2:
Ver una cadena de pensamiento limitante que manifiesta una realidad no deseada, es importante para ser consciente de los motivos reales y las conexiones que nuestra mente trazó. Pero no es suficiente con verlo. Es posible que llevemos muchos, muchos años, con cadenas de pensamientos de este tipo a consecuencia de heridas sufridas en infancia y adolescencia. Interiorizar esto en el pensamiento lleva tiempo, y para ello es indispensable trabajo de terapia. Escribirlo, verbalizarlo, limitarlo al mundo de las palabras, ayuda a fijar lo plasmado. Por eso, escribirlo es parte del proceso para mí al trabajar esto y siempre lo fue. Esta cadena y su posterior resolución / liberación me tomó tiempo interiorizarla, y la verdad es que me viene estupendo plasmarlo aquí para repasar el proceso.
ROTURA DE LA CADENA/ EN QUÉ PUNTO PUEDE DESARMARSE LA CADENA LIMITANTE/ ALTERNATIVA DE RESOLUCIÓN EN EL PENSAMIENTO (porque yo quiero estar bien):
Alternativa: Yo puedo vivir en un hogar armonioso (con todo lo que significa “hogar”) sin miedo a morir en caso de que el orden se perturbe.
Yo puedo construir mi hogar armonioso (en mi casa, en mis vínculos, en mi mente, en mi cuerpo, en mi vida) sin miedo a morir en el caso de que algo no salga como podría esperarse. Porque ya no voy a morir.
¿TENGO PERMISO?
¿Quiero yo permitirme vivir en un hogar armonioso (en mi casa, en mi cuerpo, en mi mente, en mis vínculos), sin miedo a morir? Porque no, no voy a morir. Ya no.
Sí, quiero.
Me permito vivir en un hogar armonioso (en mi casa, en mi cuerpo, en mi mente, en mis vínculos), sin miedo a morir en caso de que el orden se perturbe.
*No es tontería manejar esta conclusión final como afirmación de refuerzo cuando se pierde el norte por la razón que sea.
AFIRMACION DE REFUERZO:
Yo me permito vivir en un hogar armonioso.
Yo me permito construir un hogar armonioso para mí, pase lo que pase.
Yo me permito ser amada y amar sin miedo a morir por la falta de presencia. Porque “falta de presencia” no significa necesariamente falta de amor, AUNQUE EN EL PASADO LO SIGNIFICASE.
*Esto no es una reflexión. Es parte de plasmar un trabajo. Yo trabajé con esta cadena en concreto muchos meses, hace años. Este texto no es “la panacea” que a mí me ha solucionado la vida de la noche a la mañana, pero sí la expresión de parte de un proceso de liberación. Por así decir, un bosquejo que corresponde a una toma de consciencia (“darse cuenta”), consciencia que tomó tiempo interiorizar. Para mí no fue “corto”, ni “fácil”, desarticular esto. Y no es la única cadena de pensamiento limitante que me jodía la vida, tenía muchas más. No fue corto ni fácil, pero eso no me importa ahora, porque lo único importante (y la razón de que comparta aquí parte de lo que ha sido mi trabajo personal) es que la liberación, por el camino que sea, es posible. La liberación es posible, y para mí empezó en el pensamiento; en el mismo pensamiento cargado de dolor y emociones asociadas cuando se conectaron ideas en la mente de la niña que yo fui.
El pensamiento construye creencia, y por lo tanto manifiesta realidad. El “problema” muchas veces es la “realidad” no deseable que ya tenemos manifestada en nuestra vida porque la construimos, sin darnos cuenta, hace mucho tiempo.
-PUNTO DE PARTIDA.
Voy a tomar como punto de partida una situación actual: un problema que voy a aislar como algo desagradable, algo percibido en la superficie como generador de sufrimiento. Un “problema” que está, por así decirlo, situado en el límite del consciente y el subconsciente, porque, precisamente por dolor, yo misma estoy enterrándolo y huyendo de ser consciente de él (y del pensamiento profundo asociado a él, que trae esa carga de dolor importante).
Mi problema que voy a aislar va a ser:
“DESORDEN”.
Definiendo el problema:
“Desorden”. Desorden molesto en mi vida. Habitación desordenada. Hábitos desordenados. Casa desordenada. Vínculos “desordenados”.
Desorden en mi casa. Desorden en mi mente. Desorden en mi cuerpo.
Desorden en mi hogar.
Este es el punto de partida que soy capaz de percibir en la superficie: DESORDEN EN MI HOGAR. Se podría articular también como “no soy capaz de mantener el orden en mi hogar/en mi vida”, pero eso ya presupondría una condena de inicio, porque lo cierto es que yo no puedo saber si realmente soy capaz. (*Y por supuesto que no tiene que ver con capacidad esto, de modo que sí, soy capaz, aunque no pueda verlo).
CONFLICTO REAL.
Si este problema me está trayendo sufrimiento a mi vida, es porque necesito orden en mi vida (pero quizá a la vez NO LO QUIERO).
Así que por aquí debajo lo que hay es un conflicto, una CONTRADICCION. Que podría articularse como:
Conflicto real: Necesidad de orden/intolerancia al orden al mismo tiempo.
PENSAMIENTO INFANTIL (en la infancia): Origen del conflicto. Trauma?
¿Cómo me relacionaba yo con el orden en la infancia?
Repasando los archivos de memoria de corazón infantil, puedo recordar una etapa de placer en el orden. Juguetes que yo misma ordenaba y disfrutaba recogiendo después de jugar sin que nadie me dijera nada. Padre amoroso. Madre amorosa, aunque más distante. Hogar armonioso.
¿Y qué pasó en este hogar armonioso? ¿Qué pasó con el padre amoroso? ¿Qué pasó con la madre amorosa?
El padre amoroso, en lo que yo de niña percibí “de la noche a la mañana”, se volcó en alcohol. Fue como ser testigo de la transformación de Jeckyll a Hyde sin aviso previo, en cuestión de “segundos”, sin saber cómo un dador de amor incondicional se convierte en un monstruo. El padre amoroso desaparece. El “monstruo” que hay en su lugar agrede, ataca, verbal y físicamente. La niña (yo) tiene siete o seis años. La familia es amenazada de forma real y no imaginada (a punta de pistola concretamente, porque el padre amoroso tiene licencia de armas y posee un arma de fuego). La niña conoce el terror a que el monstruo que había sido el padre puede matar. Puede matar a la madre, puede matar a la hermana pequeña, puede matarla a ella.
A ratos el monstruo desaparece y vuelve el padre. La niña nunca sabe cuándo. La madre no habla de esto ni explica nada, sólo está cada vez más distante y “fría”.
La niña no tiene aviso de cuándo el “padre” se volverá “monstruo”; no puede reaccionar ni prepararse, ni defenderse en caso de que “pueda morir”.
La niña no puede saberlo, pero el padre tiene “aventuras con otras mujeres”. Esto causa que la madre esté enferma de odio y de celos. La madre está volcando frustraciones en la niña entre otros blancos. La niña solo percibe el rechazo de la madre y se pregunta qué ha hecho ella para provocarlo.
El hogar armonioso se ha roto. La niña no sabe cuándo el hogar armonioso se va a transformar en el infierno.
La niña vive en ambos. En uno y en otro. A veces las cosas mejoran y ella no sabe por qué; se adapta. Cuando el infierno vuelve, la niña (muere) se adapta. Es agotador. No sabe qué está pasando. No puede poner palabras. La culpable del rechazo materno es ella.
Cuando el padre se transforma en monstruo, el padre insulta a la niña cuando la niña llora o expresa. De este modo, la niña establece una relación de culpa entre la transformación del padre y ella misma. Si el padre ya no está, es porque ella le ha echado. No sabe qué ha hecho. Solo sabe que ha hecho algo horrible y que la causa de la violencia del padre es ella.
La niña tiene que asistir al colegio y cumplir con sus obligaciones. Nadie sabe que el hogar es el infierno algunas veces por culpa de ella (según su razonamiento). Nadie va a escucharla porque ella no va a hablar (no puede). En el colegio “llora por nada” durante muchos años, provocando reacciones de risa, sorpresa o enfado desde otros adultos y niños. El colegio es otro “infierno”. Ademas ella es “lenta” porque escribe los números y las frases al revés (no sabe que lo que le ocurre es que es zurda y que ser zurdo es perfectamente normal).
Pasa el tiempo. En la adolescencia, la “niña” sigue ahí. Se ha adaptado. Escribe con la derecha, ya no escribe al revés. Parece “normal” hasta que se desbarata. La adolescente comienza con ataques de pánico cuando cualquier cosa parece que se va a desestabilizar en su vida, incluso fuera de la familia (donde sea). Le aterra trazar vinculo afectivo, porque todo lo que está construido armoniosamente se puede transformar en el infierno. Siente ira y no sabe por qué. Sigue sin poder hablar.
En esos ataques de pánico la garganta sufre un espasmo y se cierra. Puede respirar, pero no hablar, ni comunicar, ni llorar. Estos ataques son un síntoma (un síntoma de todo lo que está ocurriendo en sus sentimientos, en su pensamiento y en sus emociones), pero ella no lo puede ver así, lo ve como algo erróneo porque no conoce a nadie más que le ocurra esto.
La niña que es ya adolescente lleva muchos años pensando que quiere morir. Lleva muchos años autolesionándose porque al menos de ese modo puede ver la herida no física que tiene dentro. Pero lo que realmente quiere es desaparecer (morir): quiere que todo pare y le gustaría no haber nacido nunca; paradójicamente sigue sintiendo terror a que la “maten”. A los dieciocho años por fin lo intenta ella sola: se toma todas las pastillas (todas) que encuentra en su casa, y casi lo consigue. Es ingresada en un hospital para revertir una acidosis metabólica grave, y después en una institución psiquiátrica donde es abandonada. Digo abandonada porque en ningún momento nadie le avisa de que la van a llevar allí, simplemente la dejan allí, en el hospital psiquiátrico, y se marchan. Luego le traen una maleta con su ropa. No sabe cuánto tiempo va a quedarse ahí, y piensa que perfectamente podría ser de por vida y nunca nadie venir a buscarla.
CONCLUSION TRAS EL TRAUMA:
TODO LO QUE ESTÁ EN ORDEN, PUEDE DESBARATARSE MUY DOLOROSAMENTE.
CONCLUSION PROFUNDA:
“SI VIVO EN EL ORDEN, ESTOY EN RIESGO DE QUE ME MATEN”.
PACTO MENTAL PARA AUTO-PROTECCIÓN:
SI RENUNCIO AL ORDEN, ESTOY A SALVO.
Porque lo que está desordenado ya no puede desordenarse. Porque el infierno ya no puede transformarse en el infierno. Porque solo el hogar armonioso se transforma sin previo aviso en el infierno.
EXPRESION DE LA CADENA DE PENSAMIENTO LIMITANTE:
“Si renuncio al orden en mi hogar (en mi mundo, en mi vida, en mis vínculos, en mis hábitos, en mi cuerpo) estoy a salvo de sufrir un desorden que puede matarme”.
“Si renuncio a la vida, estoy a salvo de que me maten”.
CONSIDERACION IMPORTANTE:
En la mente del niño, el niño muere cuando se rompe el orden. El niño muere cuando se rompe la presencia y el vinculo afectivo con la madre (abandono, rechazo). Esto significa: para el niño-adulto, el riesgo de sufrir una rotura en el orden es un riesgo de muerte.
Esto es real solo para el niño, porque el adulto sabe que ahora, en su vida, una perturbación en el orden cuando construya algo no le pone en peligro de muerte. Pero para el niño, es increíblemente doloroso. Y por causa de este dolor, es que el adulto no quiere pensar en ello. El adulto, lógicamente, no quiere sentir el dolor inmenso del niño.
CONSIDERACION 2:
Ver una cadena de pensamiento limitante que manifiesta una realidad no deseada, es importante para ser consciente de los motivos reales y las conexiones que nuestra mente trazó. Pero no es suficiente con verlo. Es posible que llevemos muchos, muchos años, con cadenas de pensamientos de este tipo a consecuencia de heridas sufridas en infancia y adolescencia. Interiorizar esto en el pensamiento lleva tiempo, y para ello es indispensable trabajo de terapia. Escribirlo, verbalizarlo, limitarlo al mundo de las palabras, ayuda a fijar lo plasmado. Por eso, escribirlo es parte del proceso para mí al trabajar esto y siempre lo fue. Esta cadena y su posterior resolución / liberación me tomó tiempo interiorizarla, y la verdad es que me viene estupendo plasmarlo aquí para repasar el proceso.
ROTURA DE LA CADENA/ EN QUÉ PUNTO PUEDE DESARMARSE LA CADENA LIMITANTE/ ALTERNATIVA DE RESOLUCIÓN EN EL PENSAMIENTO (porque yo quiero estar bien):
Alternativa: Yo puedo vivir en un hogar armonioso (con todo lo que significa “hogar”) sin miedo a morir en caso de que el orden se perturbe.
Yo puedo construir mi hogar armonioso (en mi casa, en mis vínculos, en mi mente, en mi cuerpo, en mi vida) sin miedo a morir en el caso de que algo no salga como podría esperarse. Porque ya no voy a morir.
¿TENGO PERMISO?
¿Quiero yo permitirme vivir en un hogar armonioso (en mi casa, en mi cuerpo, en mi mente, en mis vínculos), sin miedo a morir? Porque no, no voy a morir. Ya no.
Sí, quiero.
Me permito vivir en un hogar armonioso (en mi casa, en mi cuerpo, en mi mente, en mis vínculos), sin miedo a morir en caso de que el orden se perturbe.
*No es tontería manejar esta conclusión final como afirmación de refuerzo cuando se pierde el norte por la razón que sea.
AFIRMACION DE REFUERZO:
Yo me permito vivir en un hogar armonioso.
Yo me permito construir un hogar armonioso para mí, pase lo que pase.
Yo me permito ser amada y amar sin miedo a morir por la falta de presencia. Porque “falta de presencia” no significa necesariamente falta de amor, AUNQUE EN EL PASADO LO SIGNIFICASE.
*Esto no es una reflexión. Es parte de plasmar un trabajo. Yo trabajé con esta cadena en concreto muchos meses, hace años. Este texto no es “la panacea” que a mí me ha solucionado la vida de la noche a la mañana, pero sí la expresión de parte de un proceso de liberación. Por así decir, un bosquejo que corresponde a una toma de consciencia (“darse cuenta”), consciencia que tomó tiempo interiorizar. Para mí no fue “corto”, ni “fácil”, desarticular esto. Y no es la única cadena de pensamiento limitante que me jodía la vida, tenía muchas más. No fue corto ni fácil, pero eso no me importa ahora, porque lo único importante (y la razón de que comparta aquí parte de lo que ha sido mi trabajo personal) es que la liberación, por el camino que sea, es posible. La liberación es posible, y para mí empezó en el pensamiento; en el mismo pensamiento cargado de dolor y emociones asociadas cuando se conectaron ideas en la mente de la niña que yo fui.