L
LB
Consejos para las personas que padecen trastorno bipolar.
El trastorno bipolar es una alteración del estado de ánimo que afecta al menos a un individuo de cada setenta. Se caracteriza por la alternancia de estados maníacos, esto es, momentos de euforia; y estados depresivos, periodos de profunda desazón. Estas personas corren el riesgo de sufrir problemas de carácter familiar, social y laboral; incluso físico, ya que llegan a abusar del alcohol u otras sustancias.
Según el DSM-IV TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el trastorno bipolar es un trastorno del estado de ánimo de la personalidad del que pueden considerarse dos tipos: el Tipo I y el Tipo II.
Causas: biología, genética y estrés
Los antecedentes familiares son la causa de mayor incidencia en este tipo de trastorno. El que un familiar cercano haya padecido o padezca el mismo trastorno o, por lo menos, depresión, es considerado potencial desencadenante para la aparición de la enfermedad. Sin embargo, el estrés, el abuso de alcohol, trastornos de sueño, se consideran hechos que prolongan sucesivos episodios. La forma en cómo el paciente afronta la enfermedad es decisiva para el trascurso de la misma.
A nivel neuroquímico, la persona afectada sufre alteraciones de la actividad de los receptores neuronales, al producirse cierto fallo de algunos neurotransmisores u otros componentes químicos del cerebro.
Por ello, los fármacos que son suministrados a los pacientes están diseñados para corregir estos desequilibrios.
Artículos Relacionados
Ciclotimia: "la hermana menor" de la bipolaridad
Memoria y trastorno bipolar
Ciclotimia o trastorno ciclotímico: hipomanía, causas, definición
Modelo de vulnerabilidad-estrés para comprender los periodos de bienestar y enfermedad
Para la mayoría de los profesionales, los ciclos propios del trastorno bipolar, reflejan una interacción de suma complejidad entre unos agentes biológicos, como es la dopamina (neurotransmisor cerebral), unos agentes psicológicos, las expectativas de la persona; y unos agentes estresantes, aquello que afecta a la persona de forma positiva o negativa como pueden ser conflictos familiares, una situación de desempleo o situaciones de la vida en general.
Esa vulnerabilidad es debida a cambios en el cerebro a nivel bioquímico cuya raíz se encuentra en factores congénitos. El exceso o defecto de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina o la norepinefrina son los causantes de dichas alteraciones.
Es cuando las causas estresantes alcanzan un nivel determinado, cuando esta predisposición biológica o vulnerabilidad da como resultado síntomas como una irritabilidad anímica, trastornos del sueño y/o un pesar paralizador. Esa vulnerabilidad provoca las reacciones emocionales en la persona y desencadena la sintomatología concreta.
Creencias erróneas sobre el trastorno bipolar y el abuso de alcohol o de otras sustancias
El alcohol y otras sustancias se pueden usar como estabilizadores del estado de ánimo.
Las llamadas "drogas duras" como la cocaína o el LSD, pueden usarse como antidepresivos.
Estas sustancias no pueden empeorar el trastorno de la persona si su estado de ánimo ha sido estable.
Métodos prácticos para mantener el bienestar
Es fundamental para el paciente de este tipo de trastorno que mantenga la constancia en el seguimiento de la medicación y la obtención de apoyo social. Con ello, mantener el bienestar significa minimizar los factores de riesgo como pueden ser dormir poco, abuso de alcohol, cambios importantes en la vida, el nacimiento de un hijo, pérdida del empleo; y maximizar los factores protectores, como contar con apoyo de los familiares, seguir con constancia el tratamiento médico y psicosocial, mantener rutinas diurnas y nocturnas constantes, incluso llevar un registro diario del estado de ánimo o del ritmo social.
En definitiva, tanto este como cualquier otro trastorno de la personalidad, como pueden ser el trastorno narcisista, el antisocial o el trastorno límite, puede llevar a mantener una considerable calidad de vida para quien lo padece, paciente y familia; adoptando la constancia como signo definitorio para su consecución.
Artículo: David Martín Fernández.
El trastorno bipolar es una alteración del estado de ánimo que afecta al menos a un individuo de cada setenta. Se caracteriza por la alternancia de estados maníacos, esto es, momentos de euforia; y estados depresivos, periodos de profunda desazón. Estas personas corren el riesgo de sufrir problemas de carácter familiar, social y laboral; incluso físico, ya que llegan a abusar del alcohol u otras sustancias.
Según el DSM-IV TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el trastorno bipolar es un trastorno del estado de ánimo de la personalidad del que pueden considerarse dos tipos: el Tipo I y el Tipo II.
Causas: biología, genética y estrés
Los antecedentes familiares son la causa de mayor incidencia en este tipo de trastorno. El que un familiar cercano haya padecido o padezca el mismo trastorno o, por lo menos, depresión, es considerado potencial desencadenante para la aparición de la enfermedad. Sin embargo, el estrés, el abuso de alcohol, trastornos de sueño, se consideran hechos que prolongan sucesivos episodios. La forma en cómo el paciente afronta la enfermedad es decisiva para el trascurso de la misma.
A nivel neuroquímico, la persona afectada sufre alteraciones de la actividad de los receptores neuronales, al producirse cierto fallo de algunos neurotransmisores u otros componentes químicos del cerebro.
Por ello, los fármacos que son suministrados a los pacientes están diseñados para corregir estos desequilibrios.
Artículos Relacionados
Ciclotimia: "la hermana menor" de la bipolaridad
Memoria y trastorno bipolar
Ciclotimia o trastorno ciclotímico: hipomanía, causas, definición
Modelo de vulnerabilidad-estrés para comprender los periodos de bienestar y enfermedad
Para la mayoría de los profesionales, los ciclos propios del trastorno bipolar, reflejan una interacción de suma complejidad entre unos agentes biológicos, como es la dopamina (neurotransmisor cerebral), unos agentes psicológicos, las expectativas de la persona; y unos agentes estresantes, aquello que afecta a la persona de forma positiva o negativa como pueden ser conflictos familiares, una situación de desempleo o situaciones de la vida en general.
Esa vulnerabilidad es debida a cambios en el cerebro a nivel bioquímico cuya raíz se encuentra en factores congénitos. El exceso o defecto de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina o la norepinefrina son los causantes de dichas alteraciones.
Es cuando las causas estresantes alcanzan un nivel determinado, cuando esta predisposición biológica o vulnerabilidad da como resultado síntomas como una irritabilidad anímica, trastornos del sueño y/o un pesar paralizador. Esa vulnerabilidad provoca las reacciones emocionales en la persona y desencadena la sintomatología concreta.
Creencias erróneas sobre el trastorno bipolar y el abuso de alcohol o de otras sustancias
El alcohol y otras sustancias se pueden usar como estabilizadores del estado de ánimo.
Las llamadas "drogas duras" como la cocaína o el LSD, pueden usarse como antidepresivos.
Estas sustancias no pueden empeorar el trastorno de la persona si su estado de ánimo ha sido estable.
Métodos prácticos para mantener el bienestar
Es fundamental para el paciente de este tipo de trastorno que mantenga la constancia en el seguimiento de la medicación y la obtención de apoyo social. Con ello, mantener el bienestar significa minimizar los factores de riesgo como pueden ser dormir poco, abuso de alcohol, cambios importantes en la vida, el nacimiento de un hijo, pérdida del empleo; y maximizar los factores protectores, como contar con apoyo de los familiares, seguir con constancia el tratamiento médico y psicosocial, mantener rutinas diurnas y nocturnas constantes, incluso llevar un registro diario del estado de ánimo o del ritmo social.
En definitiva, tanto este como cualquier otro trastorno de la personalidad, como pueden ser el trastorno narcisista, el antisocial o el trastorno límite, puede llevar a mantener una considerable calidad de vida para quien lo padece, paciente y familia; adoptando la constancia como signo definitorio para su consecución.
Artículo: David Martín Fernández.