Z
Zaira
La teoría perfecta
De Carlos Díaz29/07/2013
Al círculo se le conoce como la figura perfecta, y su contemplación nos indica el por qué: sin aristas, sin vértices…. una única curva que da la vuelta sobre sí misma y vuelve al lugar de origen. Una figura en equilibrio, que no cae, sino que rueda, y cuyos puntos están equidistantes de su centro; un centro aislado, protegido por la curva que lo envuelve.
No extraña en absoluto que distintas civilizaciones y culturas lo hayan tenido como referente, como símbolo sagrado o como canon de perfección.

Muchas personas (todos o casi todos, me incluyo) tenemos algunas ideas que, encadenadas unas a otras, forman verdaderos “círculos” en forma de supuestas “lógicas perfectas“, sistemas de creencias cerrados que se validan a sí mismos y que resultan insensibles al cambio (lo que vendría a ser una tautología dentro del campo de la retórica), a las nuevas perspectivas; en definitiva, a la evolución personal de cada uno/a.
Estos sistemas de creencias se suelen fundamentar en una creencia principal, un axioma (afirmación que se acepta de forma acrítica), a partir del cual se deriva toda una serie de creencias “consecuencia” de dicha creencia principal. Pongamos un ejemplo:
Nadie me quiere => Nadie me va a querer como pareja => Voy a estar solo/a => La vida es muy triste estando solo/a
Como podemos ver, el axioma principal (nadie me quiere) deriva en una serie de creencias que formarían una teoría personal. La aparente “lógica” de la teoría está sustentada totalmente en la veracidad que le damos al axioma (nadie me quiere), pero ¿de verdad estamos convencidos de que esta creencia es verdadera?. Podemos creer que nuestra familia no nos ha demostrado su cariño, que no hemos tenido relaciones sentimentales satisfactorias y que hemos tenido problemas con compañeros de trabajo, estudios, amigos y que eso es una prueba evidente de que nadie nos quiere. Sin embargo, al pensar que NADIE nos quiere, cerramos la puerta a personas de nuestro presente o nuestro futuro que podrían querernos o, incluso, a amarnos y, por tanto, estamos condenándonos nosotros mismos a sentirnos solos.
Una de las claves, por tanto, de estos axiomas, es que se plantean de forma absoluta (nadie, todos, nunca, siempre,…), aunque a veces se suavice para que
resulte más deseable socialmente hablando (por ejemplo: todos los hombres son iguales; bueno, casi todos).
Por otro lado, muchas veces se otorga la responsabilidad o la culpa de lo que sucede a elementos externos (los otros, la suerte, el destino, etc.; es lo que se
conoce como locus de control externo en Psicología) y, aunque se haga referencia a elementos internos (yo no valgo nada), la persona no se plantea que dicho aspecto pueda cambiarse, o bien que el esfuerzo que habría que hacer para cambiarlo es titánico y no merece la pena.

Pongamos un ejemplo:
Nadie me quiere => Nadie me va a querer como pareja => No intento buscarla porque nadie me va a querer => Podría intentarlo, pero es demasiado complicado => Mejor me quedo solo/a
Y, como el círculo, la Teoría Perfecta, se retroalimenta; es decir, como la persona piensa que es mejor quedarse solo/a, eso alimenta el axioma original: nadie me quiere.
Pongamos otros ejemplos:
La gente solamente piensa en su interés egoísta => Por tanto, yo no voy a hacer el/la primo/a y seré egoísta => Mis relaciones con los demás estarán basadas en la relación coste/beneficio
Si te esfuerzas lo suficiente, te irá bien => A la gente que le va mal, es porque es vaga => A mi no me puede ir mal, porque soy muy trabajador/a
Si te esfuerzas lo suficiente, te irá bien => A la gente que le va mal, es porque es vaga => A mi no me puede ir mal, porque soy muy trabajador/a
Hay algunas características más de estas teorías perfectas, además de los dos primeros, que repasamos:
- Son expresadas en términos absolutos (todo, nada, siempre, nunca, todos, nadie).
- La afirmación es algo inmutable (la persona no puede hacer nada por cambiarla o es tremendamente difícil cambiarla).
- La persona no posee datos objetivos verificados y contrastados sobre dicha realidad y, si los tiene (aunque la rigurosidad de dichos datos puede ser muy escasa), es impermeable a datos en sentido contrario.
- Las evidencias a favor de la teoría son maximizadas (se cree que es la verdad general) y las evidencias contrarias son minimizadas (se cree que son excepciones).
- La culpa suele caer en entes genéricos y abstractos como la sociedad, la falta de valores, etc. o en grupos poblacionales (las personas del otro género, los inmigrantes, etc.).
- Las afirmaciones (pensamientos) tienen consecuencias a nivel emocional y a nivel comportamental, de tal forma que el comportamiento de la persona se alinea con su creencia.
- Pueden tener un marcado carácter cultural, subcultural y familiar aunque, como en todo, las influencias pueden ser múltiples.
Quizás, el mecanismo subyacente de estas teorías perfectas es la búsqueda de certezas, la búsqueda de un patrón que nos guíe. El problema, a nuestro entender, es que pretendemos buscar guías estáticas, pero eso, en un entorno en constante cambio y en una persona en evolución, resulta poco adaptable. Quizás una de las mejores formas de luchar contra estas ideas es, cuando detectemos una idea firme sobre la realidad, preguntarnos dos cosas:
- ¿Tenemos datos objetivos que avalan nuestra creencia?
- ¿De qué otras formas podría verse esta idea?
Estas dos preguntas pueden ayudarnos pero, sin duda, la mejor herramienta de todas para evitar caer aprisionados de ese círculo de las ideas perfectas es una actitud: la determinación firme y clara de aprender un poco cada día; no sólo de habilidades y competencias técnicas sino, sobre todo, de la VIDA, de los otros y de nosotros mismos.