Duathor
Usuario veterano
Escúchame. No te pedí venir a este mundo: tú decidiste cuidarme. Hiciste lo que pudiste cuando podías. No tenias ayuda de nadie.
Pero ahora he crecido. Soy una persona adulta. Con muchos problemas, eso sí, pero sé que voy a ser capaz de superarlos. Y, ¿sabes por qué?
Porque mi cuerpo ya no quiere seguir fingiendo ser una cosa que, por lo menos en este momento, no es. Y no hay nada de malo en eso, a pesar de que tú y los demás os hayáis empeñado en mandar el mensaje contrario. A veces conscientemente, otras, las que más, de forma inconsciente.
Yo no puedo seguir siendo fuerte para que tú pienses que todo está bien... porque no lo está. Y sí, sé que nadie me ha pedido que lo haga... directamente. En realidad, sí he sentido eso, todos los días.
Sé fuerte. No llores delante de nadie. Finge que todo está bien, sobre todo cuando vengan visitas. Nadie puede saber ni sospechar absolutamente nada.
Basta.
La depresión vino a verme en marzo, y creí que se había ido en julio pero... de nuevo la vuelvo a sentir cerca.
Y se supone que tengo muchas ganas de llorar, pero el antidepresivo me está arrebatando quizás no todas, pero sí muchas de las lágrimas que necesito derramar.
Siento el dramatismo. Quizás sí tenías razón en que a veces me afectan mucho las "cosas pequeñas".
Pero, no sé, quizás estemos equivocadas las dos, y necesitemos encontrar el punto medio.
En terapia hablaremos mucho de ti. Lo veo venir. Saldrán a la luz cosas que siguen haciendo daño, porque cuando se hablaron en su día no hubo palabras de ánimo, solo palabras de una madre que restaba importancia a lo que le decía su hija, porque quería que fuese fuerte.
No te culpo. Te he guardado mucho rencor, pero eso sí es cosa del pasado. No puedo odiarte, porque eres mi madre, y te necesito. Y por encima de todo, te quiero.
Pero necesito que sepas lo que ya te dije en su momento: no soy tan fuerte como tú. No puedo.
Pero ahora he crecido. Soy una persona adulta. Con muchos problemas, eso sí, pero sé que voy a ser capaz de superarlos. Y, ¿sabes por qué?
Porque mi cuerpo ya no quiere seguir fingiendo ser una cosa que, por lo menos en este momento, no es. Y no hay nada de malo en eso, a pesar de que tú y los demás os hayáis empeñado en mandar el mensaje contrario. A veces conscientemente, otras, las que más, de forma inconsciente.
Yo no puedo seguir siendo fuerte para que tú pienses que todo está bien... porque no lo está. Y sí, sé que nadie me ha pedido que lo haga... directamente. En realidad, sí he sentido eso, todos los días.
Sé fuerte. No llores delante de nadie. Finge que todo está bien, sobre todo cuando vengan visitas. Nadie puede saber ni sospechar absolutamente nada.
Basta.
La depresión vino a verme en marzo, y creí que se había ido en julio pero... de nuevo la vuelvo a sentir cerca.
Y se supone que tengo muchas ganas de llorar, pero el antidepresivo me está arrebatando quizás no todas, pero sí muchas de las lágrimas que necesito derramar.
Siento el dramatismo. Quizás sí tenías razón en que a veces me afectan mucho las "cosas pequeñas".
Pero, no sé, quizás estemos equivocadas las dos, y necesitemos encontrar el punto medio.
En terapia hablaremos mucho de ti. Lo veo venir. Saldrán a la luz cosas que siguen haciendo daño, porque cuando se hablaron en su día no hubo palabras de ánimo, solo palabras de una madre que restaba importancia a lo que le decía su hija, porque quería que fuese fuerte.
No te culpo. Te he guardado mucho rencor, pero eso sí es cosa del pasado. No puedo odiarte, porque eres mi madre, y te necesito. Y por encima de todo, te quiero.
Pero necesito que sepas lo que ya te dije en su momento: no soy tan fuerte como tú. No puedo.